Luis Enrique tiene a España por las nubes

España, todavía en reconstrucción, vive instalada en la más absoluta plenitud, feliz en esta era Luis Enrique que se resume en alegrías y muy, pero que muy, buenas maneras. Queda cicatriz de lo de Rusia, eso será casi imposible olvidarlo, pero a la selección se le ilumina la cara ahora que se cocina algo muy apetecible, pues el equipo se ha aplicado en tiempo récord y sin rechistar, obediente ante las normas de un jefe que ya vaticinó emociones en su puesta de largo. El jueves, por fin una cita sin el estrés que exige la propia competición, Luis Enrique disfrutó de su primera oportunidad para probaturas y experimentos varios y el resultado fue estupendo, si bien es cierto que hay que advertir de antemano de las escasas prestaciones del enemigo. En un amistoso desbravado desde la previa, España hizo lo que quiso con Gales (1-4), un equipito del montón cuando tiene a Gareth Bale, mediocre cuando no juega su estrella. Falló el madridista, que tiene no se sabe qué (fatiga y problemas en la ingle, al parecer), y a su país se le hizo eterna la velada, a merced de una potencia que se reconcilia con el fútbol y que está en camino de recuperar buena parte de su esplendor. Tiene muy buena pinta, las cosas como son.

Salió todo a pedir de boca para Luis Enrique, al que le dio para repartir minutos y ensayar cosas para empresas más serias y realistas que la de Cardiff. En media hora, la selección mandaba 0-3 y lo hacía con buen gusto. Se presentó con un equipo poco creíble en el que repetían De Gea, Ramos y Saúl, los únicos que han sido titulares en los tres encuentros de esta nueva etapa, y los otros mezclaron como si llevarán toda la vida juntos.

Hay un pedazo de futbolista descomunal en Rodri, y no es una moda gratuita sumarse al piropo de lo más parecido a Busquets que se ha visto hasta el momento. Suso, por algo estará en el Milán por mucho que esa escuadra esté lejos de su historia, tiene cosas interesantes y además toca la pelota con mucho tacto, sutil y preciso para colgarla en el tanto de Sergio Ramos, que era el segundo y llegó en un remate de cabeza del central completamente solo en el área por un error terrible de la defensa británica. Y Paco Alcácer es el gol en su máxima expresión, confirmando aquello de las rachas que tanto alteran el ecosistema de los delanteros. Va lanzado en la Bundesliga, con seis tantos en 81 minutos, y le dio continuidad a su estado de gracia con la selección. La primera que tuvo fue a la escuadra, un golazo. La segunda también fue dentro, cazando un balón muerto en un acto de fe e insistencia mientras Morata, esforzado y voluntarioso sin recompensa, se retorcía en el área por un golpe. Confeti y purpurina en el Millenium, una fiesta.

Puede que sobrara la segunda parte, al menos un trozo de ella, y el duelo se convirtió en un rondo gigantesco con poca pimienta, totalmente decidida estaba la pachanga otoñal en Gran Bretaña. Entraron de una tacada Kepa, Bartra y Koke y la selección, en cierto modo comprensible, dejó de ser tan profunda, aunque no se le puede reprochar que no buscara más goles y fuera fiel a su propio estilo. Tuvo una clara Morata, que desperdició un mano a mano, y Suso confirmó lo escrito anteriormente con un zurdazo desde lejos que impactó en el larguero. De Gales, ni una noticia más allá del homenaje a Bale en el intermedio por convertirse en el máximo realizador de su país, superando al célebre Ian Rush.

Cambios y paz

Se sucedieron los cambios, que en este tipo de amistosos destensan a cualquiera, pero España seguía a lo suyo, relajadísima mientras movía y movía sin complicaciones. En un saque de esquina, lanzado por Suso, cómo no, Bartra saltó hasta el cielo para firmar el cuarto y ya solo quedaba que Morata hiciera el suyo, algo ansioso por su infortunio. No llegó, pero que se entienda como una anécdota de la buenísima noche de la selección en Cardiff, únicamente empañada por el gol de Vokes para dignificar el trabajo de los locales. Con todo, lo serio llegará el lunes en Sevilla contra Inglaterra, tercera jornada de la Liga de las Naciones y en la que España puede confirmar el liderato de su grupo. Desde luego, hay motivos de sobra como para subirse a este barco y dejarse llevar por Luis Enrique, que ha despertado el orgullo de un grupo al que se le reclamaba una reacción imperiosa.