Un día en uno de los colegios más diversos y acogedores de Zaragoza

«Buenos días, Alba». «Hola, Félix». Poco antes de las 9 se abren las puertas del colegio Antonio Beltrán, en las Delicias. El director, Félix Val, saluda por el patio a muchos niños y padres. «Somos un colegio muy familiar, con un trato muy cercano, aquí nos conocemos todos», subraya. Es uno de los colegios más pequeños de Zaragoza (con 144 alumnos), de los más diversos (89% alumnado inmigrante y 7,6% de etnia gitana) y el que menos solicitudes ha recibido para el próximo curso (solo 5 para 1º de Infantil).

El descenso demográfico es una de las causas de la baja demanda, pero no la única. El colegio, construido hace sesenta años, ha ido perdiendo alumnos de manera progresiva conforme el barrio se envejecía. Antes tenía dos vías, y ahora solo una clase por curso. «Aquí trabajamos muy bien la diversidad, nos enriquece a todos, pero mucha gente que no nos conoce lo ve como un problema. De puertas para afuera aún hay una barrera de prejuicios. Lo cierto es que somos la última opción de los colegios del barrio», reconoce Félix. En el colegio conviven niños y niñas de 23 nacionalidades y realidades sociofamiliares complejas. Casi un tercio de su alumnado son alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo (Acneaes).

«Elegimos este colegio porque nos habían hablado muy bien de él. Estamos muy contentos. Nos gusta la tranquilidad y el trato cercano. Mis hijos vienen muy contentos. Hay gente que piensa que un colegio es mejor por ser más grande, más nuevo, tener más niños o tener un pabellón, pero me parece más importante el trato humano», afirma Lourdes Giménez, madre de una niña de 1º de Infantil, una niña de 4º de Primaria y otro de 5º. Ella es española y su marido, marroquí. Viven en el barrio Oliver y podían haber elegido otros colegios más cercanos a su casa.

Al colegio acuden niños del barrio de las Delicias, fundamentalmente, y otros de Oliver u otras zonas. Algunas familias lo eligieron por cercanía o buscando la tranquilidad de un centro pequeño. Y otras han sido derivadas aquí por la Administración, por traslados de otros centros por diferentes motivos o niños llegados a mitad de curso escolar.

«Vinimos hace casi cuatro años, no hablábamos español, y la DGA nos mandó aquí. Nos han ayudado mucho en el colegio. Ahora nos hemos cambiado de casa pero no nos queremos cambiar de colegio», señala Ramata Ly, senegalesa, madre de un niña de 2º de Primaria, otro en 3º y un niño de 7 meses.

«Hay gente que dice que el nivel académico en el colegio es más bajo que en otros. No veo mucha diferencia y no me parece lo más importante. Elegimos este colegio para nuestros hijos por cercanía y por su ambiente. La única pega es que hay mucha movilidad de niños y profesores. Hay familias que se van y otras que vienen nuevas durante todo el curso. Algunos nos implicamos mucho y otros no tanto porque están de paso», apunta Jorge Alloza, con dos hijos en el cole y una niña de cinco meses, miembro de la asociación de padres y madres y del Consejo Escolar.

Los profesores: un trabajo duro y gratificante

Durante el curso escolar cambia un tercio de los niños y niñas del colegio, por bajas y llegadas de nuevos alumnos fuera de plazo. «La gran movilidad es una de las dificultades a las que nos enfrentamos. Vienen niños que no saben español, algunos con historias familias duras detrás, muchos con un nivel económico bajo. Pero en general tienen muchas ganas de aprender. Aquí trabajamos mucho la acogida y la igualdad para que se sientan bien. Es un trabajo duro pero muy gratificante», afirma Nélida Serrano, profesora de Educación Física y secretaria del centro. También coordina un proyecto de recreos activos y otro de escuela promotora de salud (con talleres y charlas durante todo el curso).

El colegio ha estrenado este curso la jornada continua, con clases de 9.00 a 14.00, recreo de 11.45 a 12.15 y nuevos proyectos. «Hola a todos los oyentes. Nos volvéis a escuchar en la radio del colegio Antonio Beltrán», saludan Paula y Valentina, alumnas de 5º a las que esta semana les toca presentar el programa de radio. Es un proyecto en el que participan todos los alumnos del centro en distintas semanas. Graban los lunes y cuelgan el programa en la web del cole. El director, que también es profesor de música y músico, hace de técnico de sonido.

Los alumnos: un colegio acogedor e integrador

En el programa de esta semana participan las clases de 2º de Infantil, 1º de Primaria y 6º. Los mayores leen unas redacciones sobre el final de su etapa escolar. «Mi cole es un poco pequeño pero nos conocemos y entendemos todos muy bien. Mi primer día de colegio fue en quinto. Yo era un chico tímido, al principio un poco más porque no conocía a nadie. Era todo nuevo para mí. Pero mis compañeros me han hecho sentir mejor», cuenta Cyprian ante el micrófono.

«Hola, soy Diana, llevo estudiando en el colegio Antonio Beltrán desde que tenía 3 años. Los profesores han sido muy amables. Lo que me ha gustado mucho en este colegio es que si vienes nuevo o nueva te acogen muy bien. Aquí ha acabado mi recorrido. Les deseo mucha suerte a todos mis amigos», lee Diana. En la clase de 6º hay 11 alumnos, y solo uno es español. Los demás son de Marruecos, Rumanía, Nicaragua, Brasil, República Dominicana y Ghana.

Becas y ayudas

A las dos, más de la mitad de los alumnos se van a comer a casa. Esta semana 58 niños y niñas se quedan al comedor, de los que la inmensa mayoría tiene beca (de la DGA, del Ayuntamiento y algunas pagadas por particulares). El colegio asume muchos costes para ayudar económicamente a las familias, como el pago de parte de las excursiones o extraescolares. Al equipo directivo le toca gestionar muchos asuntos económicos y sociales.

Por la tarde, después del comedor, hay actividades de refuerzo y extraescolares. En un colegio tan pequeño y de estas características es difícil que salgan adelante extraescolares, porque no se llega al mínimo de alumnos necesario. Este curso ha habido natación, lengua y cultura árabe y patinaje.

«Somos un colegio pequeño y muy diverso. Lo mejor del colegio son los niños. Esta diversidad, aunque pueda parecer un problema, si la sabemos aprovechar nos enriquece y es maravillosa. Es un reto atender a todos, a los que necesitan más apoyo afectivo y a los que tienen más potencial académico. Hacemos lo que podemos para que los niños estén a gusto y compensar las desigualdades. Y creo que lo conseguimos», subraya el director.

A las cinco y media de la tarde, se cierran las puertas de uno de los colegios más diversos y acogedores de Aragón.