El baloncesto español de clubes está en su momento más bajo en la historia reciente de la Euroliga. Antes de esta jornada, solamente el Real Madrid estaba en puestos clasificatorios, y por los pelos, y los demás equipos andan fuera de la siguiente fase. No es quizá pura casualidad, y muchos se cuestionan ahora mismo la calidad de los refuerzos de nuestros equipos y un posible bajón del nivel general de la ACB dentro del concierto europeo. Pero el Real Madrid y el Barcelona, cuando menos, conservan parte del crédito obtenido durante años y hay que pensar que la Euroliga no se gana ni se pierde en diciembre. De ahí que, entre el potencial que se les presume y la realidad de sus rachas perdedoras, este partido entre los dos grandes llegase con mucho morbo.
Al final, tras un choque espasmódico de rachas para uno y para otro, el que ha salido vivo, y con más claridad de la esperada, ha sido el Madrid, muy justo vencedor. Y con un mérito enorme porque, comparando las fuerzas en presencia, el actual Barcelona debería derrotar al actual Madrid a cada vez. Con tan sólo un lesionado, Aleksansar Vezenkov, Sito Alonso tiene a su disposición una plantilla larguísima y de lujo. Pero eso es sobre el papel. Lo que hemos visto una vez más es que este Barcelona juega muy poquito, porque nadie pone orden, incluido Alonso, y en particular los bases Thomas Heurtel, Phil Pressey y ocasionalmente Pau Ribas. Ese desorden minimiza el teórico dominio de los hombres altos azulgranas: si no les llegan balones en situaciones con peligro de anotación…
Frente a ello, sobre el papel el Madrid es poca cosa. No sólo por su retahíla de lesionados de renombre, sino porque entre los que están en condiciones de jugar varios no lo están de aportar gran cosa en ataque y eran en principio hombres complementarios para tareas defensivas y de intendencia: Jeff Taylor, Jonas Maciulis, Walter Tavares, Chasson Randle… Así que los puntos los tienen que conseguir entre un grupito pequeño de hombres. Pero aun así, y con Sergio Llull ausente, el Madrid tiene más creadores de juego que el Barça, y su defensa en alza hace el resto. Pablo Laso, ahora mismo, está dando una lección a Alonso.