Entrevista a Javier García Campayo
El psiquiatra y catedrático relata en su último libro los tipos de sufrimientos que hay y las herramientas que nos ayudan a gestionarlo
El sufrimiento es inherente a la vida, no se entiende lo uno sin lo otro, pues en algún momento todos lo padecen. Sin embargo, hay algunos tipos que se pueden evitar, hasta un 80%. Este es el tema sobre el que versa el último libro publicado por el psiquiatra Javier García Campayo, llamado Adiós al sufrimiento inútil (HarperCollins, 2025).
Pese a que todos sabemos lo que es y lo experimentamos, explicar concretamente qué es el sufrimiento es algo difícil: «Es lo que siempre ha evitado el ser humano; lo asociamos al malestar, a la sensación de no estar bien, de no disfrutar, de que nos falta algo… es una definición muy compleja». Hay tres tipos de sufrimiento, que se dividen en dos grandes grupos. En primer lugar, está el físico, que se materializa en el dolor. Después está el psicológico, que a su vez lo componen el sufrimiento inevitable, como las rupturas o las enfermedades, y el evitable.
«Es el que nosotros nos generamos por nuestro pensamiento y emociones en relación con lo que ocurre. Por ejemplo, ahora estoy en una habitación y estoy bien, pero si mi mente se va al pasado y empiezo a recordar algo de lo que me siento culpable o a alguien a quien he perdido, estoy sufriendo de tristeza y de culpa. Si mi mente me secuestra y me lleva al futuro a pensar en algo que me da miedo, como si moriré o enfermaré, estoy sufriendo por ansiedad. Estos sufrimientos no existen realmente porque no están en el presente. Se calcula que el 80% es evitable, se podría gestionar mucho mejor de lo que lo hacemos», afirma el catedrático y director del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza en conversación con El Confidencial.
Es decir, en función de la tipología se pueden hacer ciertas cosas. En el caso del inevitable, García Campayo apuesta por la aceptación. «Uno de los elementos que trabajamos con la aceptación es que todo lo que nos pasa en la vida, por negativo que sea, tiene aspectos positivos de aprendizaje que nos van a ayudar a crecer. Entonces, es no ver nada como algo negativo, sino como un proceso de aprendizaje, conectar con la belleza de la vida, con la impermanencia del mundo. Es reinterpretar todo lo que nos está ocurriendo», resume.
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Pero no es la única técnica disponible. Para evitar acudir al pasado o al futuro está el mindfulness y también la compasión para ser capaces de relacionarse con el resto «sin expectativas absurdas».
Y es que en todo el sufrimiento, el entorno tiene mucho que ver. Para empezar en la educación: si se crece en un ambiente muy sufridor, con unos padres que se preocupan y culpabilizan mucho y tienden a sufrir, se acaban adquiriendo esos patrones y se repiten.
Por otro lado, no hay que olvidar que el humano «es muy social», por lo que «buena parte del sufrimiento, y también de la felicidad, nos lo produce la relación con el resto». Por ello, es importante aprender a gestionar esas relaciones interpersonales, no odiar ni quedarse enganchado con las emociones de otros. «Sufrimos sobre todo por nuestras expectativas. Una visión mucho más realista de cómo es el mundo hace que lo hagamos menos y disfrutemos más porque apreciamos cada segundo, cada momento, sabiendo que la vida es un proceso de cambio continuo», defiende.
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Más allá de los componentes más sociales, la percepción que tengamos de nosotros mismos «influye mucho». «La imagen del yo está compuesta por unas 50 etiquetas aproximadamente con las que nos hemos ido identificando. El mayor problema es que las vivimos de forma muy rígida e intentamos convencer a todo nuestro alrededor de que son las buenas porque son las mías», ahonda. Mucho de ello comienza en los primeros años de vida porque durante esos momentos se desarrolla un yo, una «especie de personaje porque pensamos que eso era bueno para quien nos quisiera», lo que lleva a que la persona trate continuamente de defender estas etiquetas, un proceso que define como «agotador».
¿Qué ocurre con los pacientes crónicos?
Como se ha mencionado anteriormente, todos en algún momento vamos a sufrir, pero ¿qué es lo que ocurre con las personas que están constantemente haciéndolo? Hablamos de los pacientes que padecen dolor crónico. El dolor, de manera general, es una “experiencia compleja”, con una parte sensorial que suele trabajarse con los tratamientos farmacológicos. También tiene un aspecto psicológico muy relevante. El experto, quien también ejerce en el Hospital Universitario Miguel Servet, afirma que, de acuerdo con estudios, lo que hace insoportable el dolor para ellos es sentir que eso le va a acompañar siempre. Es lo que se conoce como «catastrofización» ante el dolor y se puede trabajar con psicoterapia, mindfulness y otras técnicas.
«Sufrimos sobre todo por nuestras expectativas. Una visión mucho más realista de cómo es el mundo hace que lo hagamos menos»
«Es poder volver continuamente al presente. En este momento, el dolor que tengo es soportable, voy a disfrutar de eso. No sé si mañana me dolerá mucho más, cuando llegue ya lo decidiré. Es no anticipar lo negativo», comenta.
Además, cuando se trata de una enfermedad crónica, muchos sufren un duelo por darse cuenta de que no volverá la vida que tenía antes de la patología. «Mucha gente se queda atascada, pensando en que tienen que volver a ser la que era antes, pero eso no va a ocurrir nunca. Hay que aceptar eso y, una vez que lo hagas, pensar qué puedo hacer para tener la mejor vida posible, eso es lo que para mucha gente es muy difícil», concluye.