León XIV urge a la paz: «Que se termine el conflicto en Tierra Santa que tanta muerte ha causado»

El Pontífice suplicó que se liberen todos los rehenes y se alcance un cese al fuego permanente «que facilite la entrada segura de las ayudas humanitarias»

Un miércoles más, el Aula Pablo VI se encontraba abarrotada para la Audiencia General, que desde que fue elegido León XIV comienza a las 10:00 de la mañana, en lugar de las 9:00, y se extiende hasta alrededor de las 11:30. Después de la catequesis, el Papa saluda a numerosos peregrinos procedentes de los cinco continentes, prolongando el encuentro con gestos de cercanía que ya se habían visto la semana pasada con grupos que se encontraban fuera del aula.

Fue el viernes pasado, 22 de agosto, la jornada en la que el Papa convocó al ayuno y oración por la paz. Al final de esta audiencia volvió a recordar la urgencia de la exhortación de la semana pasada: «Hoy vuelvo a dirigir un fuerte llamamiento, ya sea a las partes implicadas como a la comunidad internacional, para que se termine el conflicto en Tierra Santa, que ha causado tanto terror, destrucción y muerte».

En su mensaje, insistió: «Suplico que se liberen todos los rehenes y se alcance un cese al fuego permanente, que facilite la entrada segura de las ayudas humanitarias y se respete integralmente el derecho humanitario». Además, agregó: «Me uno a la declaración conjunta de los el Patriarcado Greco-Ortodoxo de Jerusalén y el Patriarcado Latino de Jerusalén, que ayer han pedido poner fin a esta espiral de violencia, de poner fin a la guerra y de dar prioridad al bien común de las personas».

«La esperanza cristiana no es evasión»

La catequesis de hoy se centró en el relato del arresto de Jesús en el huerto de los Olivos, un momento «que marca los inicios de la Pasión»: un hombre sereno, consciente de lo que le espera, que se entrega sin resistencias. Según el Evangelio de Juan, Jesús no huye ni se esconde; se adelanta, toma la palabra y enfrenta la situación con plena libertad, «manifestando así el amor más grande». La escena recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, «es posible permanecer libre para actuar con amor hasta el final».

El gesto de Jesús encarna una esperanza de salvación para la humanidad: aun en la adversidad, se puede elegir amar. Como explicó el Papa, la esperanza cristiana no es evasión, sino en creer que en el corazón de los sufrimientos más injustos «se esconde el germen de una vida nueva».

«Solo lo que se da, florece»

El Pontífice subrayó además que, muchas veces, «defendemos nuestra vida, nuestros proyectos, nuestras seguridades, sin darnos cuenta de que, al hacerlo, nos quedamos solos». La lógica del Evangelio es distinta: «solo lo que se da florece, solo el amor que se vuelve gratuito puede devolver la confianza incluso allí donde todo parece perdido».

La verdadera esperanza, según la reflexión de la audiencia, no consiste en evitar el sufrimiento, sino en comprometerse a amar pese a las adversidades. La fuerza para ello proviene de la oración y de la relación con Dios, que no elimina el dolor, pero da capacidad para perseverar en el amor. La enseñanza es clara: solo quien se entrega plenamente puede abrir camino a la vida.