Su encanto fortificado y su entorno natural la convierten en un destino imprescindible para los amantes de la cultura y la tradición
En el corazón de Castilla y León se esconde una villa medieval que sorprende por su historia, su patrimonio y un peculiar misterio arquitectónico que la ha convertido en uno de los destinos más atractivos para los amantes de la cultura y la naturaleza. Rodeada de murallas centenarias y enclavada en un entorno natural de gran belleza, esta localidad invita a recorrer sus calles empedradas, descubrir sus monumentos y adentrarse en un pasado que aún late en cada rincón.
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La villa fortificada y su leyenda de las siete llaves
Se trata de Sepúlveda, en la provincia de Segovia, conocida como ‘la villa de las siete puertas’ por las siete puertas que formaban parte de su muralla medieval del siglo X, todavía visibles en distintos puntos del casco histórico. Entre ellas destacan la Puerta del Azogue, que daba acceso a la antigua zona comercial, la Puerta del Río, con vistas espectaculares al valle, o la Puerta de la Judería, entrada al histórico barrio judío. Cada una de estas entradas conserva su propia historia y aporta una perspectiva única de la villa fortificada.
El conjunto monumental de Sepúlveda, declarado Bien de Interés Cultural, incluye iglesias románicas como la de El Salvador, la emblemática Casa del Moro con su leyenda vinculada al conde Fernán González, y un trazado urbano salpicado de casas blasonadas. Pasear por sus calles es como viajar en el tiempo, con la sensación de que la Edad Media nunca quedó atrás. La Plaza de España, el castillo y los torreones completan un escenario que combina arquitectura, historia y tradición.
El atractivo de Sepúlveda se extiende más allá de sus murallas. Muy cerca se encuentra el Parque Natural de las Hoces del río Duratón, un paraje protegido donde el cañón calizo y sus imponentes paredes sirven de hábitat a una de las mayores colonias de buitre leonado de Europa. Este enclave es ideal para practicar senderismo, observar fauna y disfrutar de panorámicas únicas. Además, la villa es reconocida por su gastronomía, con asados en horno de leña y dulces tradicionales que completan la experiencia de la visita. Historia, patrimonio y naturaleza se dan la mano en un destino que merece ser explorado al menos una vez en la vida.