Un informe de la Fundación Basilio Paraíso presenta «avances claros» en materia de inclusión educativa y laboral con un tercio de los migrantes de segunda generación trabajando en puestos de alta cualificación, pero advierte de «desigualdades» estructurales en la infancia
Los hijos de los extranjeros se integran más y mejor que sus padres. Un tercio de los más de 81.000 migrantes de segunda generación que hay en Aragón desempeñan profesiones de alta cualificación, un proceso acorde al alejamiento que han desarrollado del sector manufacturero, y se forman en la educación superior casi tanto como el resto de jóvenes en la comunidad. Tanto es así que un 39% de los inmigrantes de segunda generación en Aragón cursan estudios universitarios, que se encamina hacia el 49% que se computa en el resto de los jóvenes.
La cifra no es para nada desdeñable, dado que constituirán una pata importante de la fuerza laboral del futuro económico de la comunidad, dado que uno de cada cuatro niños que reside en tierras aragonesas pertenece a este colectivo. Así se extrae del profuso informe encargado por la Fundación Basilio Paraíso, presentado este martes en medio de la guerra política desatada por la gestión de la inmigración irregular y las cacerías diseñadas por grupos ultraderechistas en el municipio murciano de Torre Pacheco. El texto ofrece dos conclusiones claras: la inserción es mucho más favorable que en la primera generación, aunque hay importantes desigualdades materiales que persisten, sobre todo en la infancia.
El documento, elaborado por los investigadores Jacobo Muñoz (UNED) y Albert Arcarons (CIS), presenta a los migrantes de segunda generación como un «puente efectivo» hacia una integración social y económica real. «Ante los discursos de odio que están en la agenda mediática y de algunos partidos políticos, los datos muestran una realidad distinta. Son ciudadanos que forman parte del alma de esta tierra. Son el futuro de Aragón y están conformando una comunidad más diversa y cosmopolita», ha defendido Pilar de la Vega, patrona de la fundación, que ha presentado el informe este martes junto al presidente de la institución adscrita a la Cámara de Comercio de Zaragoza, Jorge Villarroya.
Pilar de la Vega y Jorge Villarroya en la presentación del informe, este lunes. / EL PERIÓDICO
Apuntan los investigadores que la media de edad es de 17,5 años y se concentran en la provincia de Zaragoza, que acumula tres cuartas partes de este segmento poblacional (Huesca y Teruel apenas se reparten, respectivamente, el 15,8% y el 7,4% del total de este colectivo). El colectivo presenta una tasa de paro del 12,8%, dato inferior a la media nacional de este grupo de edad, y un 33,9% trabaja en ocupaciones de alta cualificación, lo que supera al porcentaje de nativos aragoneses (32%). «Este informe confirma lo que intuíamos: Aragón ya no puede pensarse sin la aportación de los hijos e hijas de la inmigración. Su futuro es el nuestro, y su éxito, un indicador de la salud de nuestra sociedad», ha afirmado Jorge Villarroya.
El análisis es una continuación de la primera publicación sobre el asunto migratorio y su impacto en la economía aragonesa elaborado el año pasado, en el que, entre otras cuestiones, se estimaba un superávit fiscal de 500 millones de euros por la actividad desarrollada por la población inmigrante. Ahora, el estudio se centra en la segunda generación, que se integra mejor pero que sufre casi por igual una desigualdad de oportunidades que torpedea el ascensor social. El informe, elaborado con datos de migrantes regulares, apunta a que el tamaño medio de los hogares no comunitarios es «significativamente superior» al de los hogares nativos, lo que «refuerza la hipótesis del hacinamiento como un problema estructural que requiere atención urgente».
Confianza plena en la educación para reparar el ascensor social
Respecto a la educación, que Pilar de la Vega ha defendido como un verdadero motor del ascensor social «en el que la población extranjera cree», existe una dicotomía. Por un lado, los alumnos de este colectivo repiten curso más que el resto, con una tasa que se sitúa en el 42%, muy similar a la de los migrantes de primera generación y alejada del 17% del resto de estudiantes. Sin embargo, ocurre que el abandono escolar temprano (antes de terminar la Secundaria) se reduce de forma notable: solo un 10,7% de los hijos de los migrantes deja los estudios antes de tiempo, mientras que hacen lo propio un 7,1% los nativos aragoneses.
La asignatura pendiente está en el punto de partida para la infancia. «Los niños de segunda generación tienen una probabilidad 4,5 veces mayor de estar en situación de pobreza monetaria que los nativos», reza el informe, algo que Pilar de la Vega ha calificado como «un agujero para la infancia». «Necesitamos políticas públicas que acompañen este proceso y no retrocedan antes discursos de odio o exclusión», ha dicho la patrona de la fundación Basilio Paraíso, citando el Ingreso Mínimo Vital o la renta para la infancia como ejemplos de aportes monetarios vigentes en España que ayudan a suturar la brecha de la desigualdad.
Como conclusión, el informe muestra unos resultados que permiten concluir que la segunda generación de migrantes en Aragón «está avanzando hacia una integración educativa y laboral más sólida que la de sus progenitores, pero sin haber alcanzado aún la plena igualdad de oportunidades».
El reparto por origen y los matrimonios mixtos
Desde hace unos años, el flujo migratorio que más se ha asentado en Aragón y España es el que llega desde los países latinoamericanos, y aunque la tendencia es a la diversificación, el peso creciente es de personas de origen inmigrante de fuera de la Unión Europea.
En el caso de los inmigrantes de segunda generación de Europa del Este, que ya tenían en 2011 un peso relativo bastante superior al que existía en el conjunto del país, han aumentado hasta situarse 14 puntos por encima del nacional. A pesar de ello, los orígenes africano y latinoamericano (ambos en torno al 27%) siguen teniendo todavía un peso ligeramente mayor dentro de la segunda generación en Aragón. Por lo que se refiere a los orígenes asiáticos y de Oceanía, así como del resto de Europa y América del Norte, siguen representando una proporción pequeña sobre el total. Este es el caso también para el conjunto del país.
Por otro lado, los matrimonios en los que al menos uno de los cónyuges es extranjero representan el 17,8% del total, algo más de dos puntos por debajo de la media nacional situándose en la decimocuarta posición entre las 17 comunidades y dos ciudades autónomas. El porcentaje se ha multiplicado sin embargo por casi seis veces desde el año 2000, un incremento superior al del conjunto del país. Por provincia, en Zaragoza es donde el porcentaje de matrimonios con al menos un conyugue extranjero es mayor (18,3%), seguida de cerca por Huesca (17,1%) y Teruel (15,1%).