El adiós histórico al Papa Francisco: una Roma rendida ante su última voluntad

La Ciudad Eterna ha sido testigo de una movilización masiva y ordenada que paralizó el tráfico habitual y tiñó las calles de banderas, flores y rezos

Roma vivió este sábado una de las jornadas más conmovedoras de su historia reciente. Cerca de 400.000 personas —sumando quienes asistieron al funeral en la Plaza de San Pedro y quienes se agolparon a lo largo de los 6 kilómetros del cortejo fúnebre— salieron a despedir al Papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años.

Desde primeras horas de la madrugada largas filas de fieles atascaban los accesos al Vaticano. Bajo un cielo despejado y en medio de estrictas medidas de seguridad, la Ciudad Eterna ha sido testigo de una movilización masiva y ordenada que paralizó el tráfico habitual de Roma y tiñó las calles de banderas, flores y rezos.

El presidente de Argentina, Javier Milei (centro), camina junto a su hermana Karina Milei (segunda izquierda) cuando llegan a la ceremonia fúnebre del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro

El presidente de Argentina, Javier Milei (centro), camina junto a su hermana Karina Milei (segunda izquierda) cuando llegan a la ceremonia fúnebre del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro Filippo Monteforte / AFP

La misa exequial comenzó a las 10:00 horas en San Pedro, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y concelebrada por cerca de 1.000 prelados entre cardenales, obispos y sacerdotes. Entre los asistentes, 130 delegaciones oficiales y una nutrida representación de líderes mundiales: Donald Trump, el compatriota del pontífice fallecido, Javier Milei, Emmanuel Macron, Volodímir Zelenski y los Reyes de España, Felipe y Letizia, entre otros.

Las coincidencias que se han dado entre los viajeros que ya tenían su viaje a Roma preparado

Las coincidencias que se han dado entre los viajeros que ya tenían su viaje a Roma preparado

Un adiós multitudinario

Nada en el Vaticano es escogido al azar, y es por eso que la liturgia ha sido debidamente seleccionada, para vivir con mayor solemnidad y presencia de Dios una Misa en la que 250.000 personas estaban presentes: la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, proclamaba a Cristo como juez de vivos y muertos; el Salmo 22 recordaba la confianza absoluta en Dios; la carta a los Filipenses hablaba de la esperanza en la resurrección; y el Evangelio de San Juan narraba el momento en el que Jesús confirma a Pedro como guía de la Iglesia con el mandato «Sígueme».

Al término de la ceremonia, el féretro fue colocado en un papamóvil adaptado para su traslado. A las 12:30 horas, cruzaba la Puerta del Perugino y, escoltado por una imponente caravana de seguridad, emprendía el camino hacia la basílica de Santa María la Mayor.

A lo largo de los seis kilómetros de recorrido, miles de personas aguardaban en las aceras, en un ambiente contenido y respetuoso, roto sólo por los aplausos espontáneos y los vítores de despedida: «¡Viva el Papa!».

Se cierra un capítulo de la historia

A la llegada al templo, el cortejo se detuvo brevemente ante la imagen de la Salus Populi Romani, la Virgen de Roma a la que Francisco era especialmente devoto. Allí, en el altar de la capilla, varios niños depositaron rosas blancas sobre el altar, repitiendo aquel gesto que el Pontífice solía realizar tras cada uno de sus viajes apostólicos.

Momentos antes de la inhumación del féretro de Francisco

Momentos antes de la inhumación del féretro de Francisco Vatican Media

Finalmente, el rito de inhumación se realizó en un entorno privado. No hubo cámaras ni transmisiones en directo. Solo quedó el silencio solemne de un instante reservado para la oración y la despedida íntima, lejos del ojo público.

A partir del domingo, su tumba podrá ser visitada por los fieles en un lateral de la basílica de Santa María la Mayor. Allí, bajo la protección de la Virgen, descansa quien dedicó más de una década a gobernar la Iglesia y acercarla, como él mismo decía, a las «periferias del mundo». Roma, ese sábado, no sólo despidió a un Papa. También cerró una etapa de su propia historia.