Si alguna vez has querido entrar en los búnkeres de la ciberseguridad en España, estos son los edificios desde los que se protegen secretos, inteligencia militar y telecomunicaciones
Sí, España tiene un Mando Conjunto del Ciberespacio. Aunque suene a ciencia ficción, este organismo de nombre rimbombante está en Madrid. Y el hecho de que nunca hayas oído hablar de él tiene mucho que ver con su ubicación: una dehesa en medio de la nada en Pozuelo de Alarcón.
Conduciendo por la carretera de Boadilla del Monte, entre arbustos y árboles de pequeño porte, no tardaremos en encontrar el Acuartelamiento Retamares. Pero si esperas encontrar un edificio futurista o una arquitectura espectacular, ya puedes darte con un canto en los dientes.
Retamares, más conocido como el ‘Pentágono español’, es un conjunto de anodinos edificios cuartelarios de ladrillo, con tejados a dos aguas y paredes enfoscadas. Pese a su aspecto, aquí están varias de las unidades clave del Estado Mayor de la Defensa, como la que hemos venido a visitar.
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La sede del Mando del Ciberespacio -y también del Mando Operativo de las Fuerzas Armadas, donde se coordinan las operaciones de nuestros soldados en el exterior– es un complejo formado por dos trapecios desalineados unidos por su lado más corto. En cada uno de ellos se abren sendos patios interiores para llevar la luz hasta la crujía más profunda.
Allí dentro, entre pantallas gigantes, monitores y teclados, se siguen las intervenciones y se vela por los elementos “físicos y virtuales” que afectan a la ciberdefensa del país. El común de los mortales -léase, nosotros- no podremos entrar, pues este privilegio lo tienen solo personas como el rey Felipe VI, que visitó las instalaciones en 2021, o la ministra del ramo, Margarita Robles, que lo hizo en 2023.
Quien haya hecho la ‘mili’ y contemple Retamares dirá que es un cuartel “de los de toda la vida”. Sin embargo, aquí estuvo instalada durante más de 14 años la sede de la OTAN en España , con un contingente de 450 soldados de los distintos países de la Alianza. Tropas y mandos internacionales se repartían entre la Base Retamares y el vecino acuartelamiento General Cavalcanti hasta que la OTAN se fue en 2013.
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En la base Cavalcanti aún podemos ver un interesante edificio que recuerda la época de esplendor del veterano Regimiento de Caballería Villaviciosa 14. La nave, de planta rectangular, está trufada en su fachada sur de tragaluces enmarcados que forman un mosaico. La cubierta poligonal de forma dentada evoca otra que los lectores de Caminemos Madrid conocieron en un capítulo anterior: el impresionante voladizo del antiguo Canódromo de Carabanchel .
El hexágono del CNI
La protección del ciberespacio no atañe solo a los militares. A pocos kilómetros de Retamares, en el límite de la conocida como Cuesta de las Perdices, se levanta el Edificio Hexágono, que alberga el Centro Criptológico Nacional . El organismo, integrado en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), se hizo famoso a raíz del espionaje al teléfono de Pedro Sánchez y otros altos cargos, pues entre sus funciones están la protección de las comunicaciones cifradas del Gobierno y la lucha contra las ciberamenazas.
Su edificio es -ahora sí- una moderna mole de acero y cristal recubierta con una malla metálica que no permite atisbar lo que ocurre en cada una de las plantas. Este edificio se corona con un helipuerto con espectaculares vistas: desde el mismo se pueden contemplar el Hipódromo de la Zarzuela hacia un lado y la autopista A-6 y el Club de Campo de Madrid hacia el otro.
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En los sótanos del Hexágono está la Sala de Situación del CNI, donde se monitorizan las amenazas contra la seguridad nacional. Esta auténtica sala de crisis de nuestros espías permaneció oculta hasta que en 2023 el Ministerio de Defensa decidió abrirla a los medios. Fue la ministra Margarita Robles quien enseñó a los periodistas el espacio subterráneo de ocho metros de altura con gran pantalla mural y una mesa ovalada para los jefes de división de la casa.
El Hexágono se conecta al edificio principal del CNI, la Estrella, mediante una pasarela cubierta que permite salvar los apenas 20 metros que separan uno y otro. A vista de pájaro se distinguen tanto los tres brazos de la estrella -que tiene cuatro plantas, más los sótanos- como el Edificio Singular, una curiosa construcción que consta de un volumen circular y un volumen adosado en forma de ‘quesito’.
Los guardianes de Los Cubos
Nuestra última parada por los recovecos del ciberespacio está en la M-30. Madrileños y no madrileños se habrán quedado mirando decenas de veces la curiosa silueta del edificio Los Cubos, diseñado por los arquitectos franceses Andrault, Parat, Guvan y Capieu. Aquí está el centro de operaciones de seguridad (SOC, en sus siglas en inglés) de la consultora Kyndryl, uno de los muchos grupos privados que colaboran con el CNI en la seguridad digital.
Esta vez, el diseño futurista acompaña completamente a la función. Los Cubos se compone de seis ‘cajas’ de vidrio apiladas que se conectan entre sí y se superponen descansando sobre vigas de hormigón, como detalla el archivo del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) .
Para crearlo, sus autores se vieron influidos por el arquitecto japonés Kenzo Tange, uno de los precursores del neofuturismo y el metabolismo. Según sus reglas, el edificio era una extensión a gran escala con estructuras flexibles, capaces de mutar y de evolucionar como un organismo.
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El complejo situado junto a la mezquita de la M-30 fue recientemente reformado por Chapman Taylor después de años de abandono, lo que permitió que el SOC se instalase entre sus muros. Los guardianes de códigos, redes y plataformas operan aquí las 24 horas del día los 7 días de la semana los 365 días del año para que el mundo siga girando.
La recuperación de la brillante fachada de Los Cubos es tan buena excusa como cualquier otra para visitar su perímetro y deambular por su zócalo. Aquí, los rigores de la seguridad son mucho más relajados que los del Mando del Ciberespacio o el Centro Criptológico, lo que permite disfrutar de su arquitectura mientras alguien vigila por nosotros.