Audiencia general: Lecciones sobre la oración

En la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco ha destacado cómo Jesús “nos invita a la oración perseverante” y ha propuesto tres parábolas que ofrecen “algunas lecciones sobre la oración” en este sentido.

Hoy, 11 de noviembre de 2020, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en la biblioteca del Palacio Apostólico vaticano, transmitida en directo, sin fieles, como medida de prevención frente a la COVID-19, y ha proseguido con el ciclo de catequesis sobre la oración, esta vez abordando el tema “La oración perseverante”.

En sus palabras en español, el Papa se ha centrado en el ejemplo de Jesús. Su continuo diálogo con el Padre “en el silencio y el recogimiento, fue el fundamento de toda su misión”. Para “exhortarnos” a la perseverancia en la oración, destaca, Dios propone tres parábolas: “la del amigo inoportuno, la de la anciana y el juez inicuo y la del fariseo y el publicano”.

Lecciones sobre la oración

En esta línea, el Pontífice ha subrayado la paciencia con que Dios “escucha nuestra súplica, aun cuando conoce nuestra miseria mejor que nosotros”.

Asimismo, explica que “con su silencio, el Señor busca incitar en nosotros el deseo y la esperanza filial, y nos pide también la perseverancia fundada en la firmeza de la fe”.

Del mismo modo, la oración “necesita ser valiente, incluso hasta retar a Dios entre lágrimas, sin rendirnos nunca ante el mal y la injusticia”. Por último, continúa, orar “nos revela que la humildad y la verdadera contrición son el modo para acceder al corazón de Dios”.

La oración en el Evangelio

Francisco ha afirmado que el Evangelio “es claro”: “la oración es vital para no desfallecer, es una cuestión de fe”. A pesar de que “nos parezca a veces una fatiga inútil y que Dios enmudece ante nuestros ruegos, hemos de perseverar en la oración”, aclara.

A continuación, el Obispo de Roma volvió a remitir a la figura de Jesús para decir que “en esto no es solo un maestro y un ejemplo, sino que nos acoge en su oración”. “Él toma sobre sí cada grito, cada canto de júbilo, cada súplica; en definitiva, cada oración humana”, apuntó.

Finalmente, describió que cuando rezamos, la voz de Jesús “está en nosotros, de modo que todo lo que pidamos en su nombre sea para gloria de Dios Padre”.