El invento español que permite a los parapléjicos bañarse en el mar sin ayuda: «Querían abrazarnos después de probarlo»

Un sistema pionero en España permite el acceso al agua, de forma autónoma, a personas con movilidad reducida

Un país cercado por las barreras arquitectónicas

¿Por qué no se había hecho antes? «Eso mismo pensamos nosotros», ríe Marta después de estrenar, en Palamós (Gerona), un sistema pionero en España que permite a personas con movilidad reducida bañarse en el mar de forma autónoma. Además de ser la primera en probarlo, este pasado miércoles, Marta Bordas es quien se encuentra tras la iniciativa, junto a su amigo Josep Esteba. Ambos, en silla de ruedas. Ella, al quedarse parapléjica tras un accidente de tráfico, que la llevó a estudiar Arquitectura y especializarse en accesibilidad. «La intención es que nadie se quede atrás a la hora de disfrutar de algo tan maravilloso como es un baño en el mar», explica Esteba.

Una charla -ambos viven cerca de la playa, ella, en Vilassar de Mar (Barcelona) y él, en Palamós– les llevó a concluir que una silla hidráulica era lo que necesitaban para poder acceder al agua sin ayuda de terceros. También una pasarela que facilitase su acceso hasta el mar, ya que avanzar por la arena con la silla es complicado, igual que lo es para personas de cierta edad o con alguna dificultad para moverse. Alumbrada la idea, necesitaban a alguien con conocimientos técnicos en medio acuático. Así contactaron con Víctor González, cuya empresa lleva más de 30 años dedicaba a la accesibilidad en playas y piscinas. «Me dijeron que les gustaría hacer algo para poder bañarse de forma autónoma, sin necesidad de la silla anfibia, que limita mucho. A fin de cuentas, es una especie de carro con flotadores, pensado para personas dependientes o que no saben nadar. Una persona autónoma no lo necesita si tiene acceso directo al mar», precisa el especialista.

Han pasado casi cinco años, pandemia de por medio, desde que surgió la idea hasta que se ha inaugurado la plataforma. «Primero pensamos en un elevador hidráulico, como los que se ponen en los barcos para los buzos. Luego, en un elevador de piscina, con un circuito cerrado de agua, con una electroválvula. La idea es que la persona que necesita una silla tenga plena disponibilidad y pueda bañarse cuando quiera», apunta Víctor. «Igual no es tan evidente pero, al final, no hemos descubierto nada. Hemos buscado cosas que ya existían y es el conjunto el que lo ha hecho posible», indica Bordas, que precisa que lo difícil «ha sido lograr el apoyo y convencer a los demás de algo que nosotros teníamos tan claro». Finalmente, el sistema, que ha costado 61.000 euros, ha contado con la financiación de la Diputación de Gerona y el Ayuntamiento de Palamós, además de donaciones privadas.

La principal dificultad, además de «encajar las piezas del puzle» -en palabras de González- ha sido encontrar un arenal con las condiciones adecuadas para su instalación. «Playas muy protegidas del viento, con las condiciones ideales para el pantalán flotante, y lograr estabilidad para el acceso con la silla de ruedas. Si están expuestas a oleaje y viento no es factible, se necesitaría una construcción sólida -por ejemplo, con hormigón-, lo que haría inviable este tipo de iniciativas». En este caso, la plataforma se ha construido con módulos desmontables, «sin ningún impacto sobre el lecho marino», precisa el experto, lo que permitirá retirarlos finalizada la temporada estival. La idea es que sea a mediados de octubre. Hasta entonces, podrá usarse todos los días, entre las seis de la mañana y las diez de la noche.

¿Cómo funciona? El usuario accede con la silla de ruedas hasta un asiento colocado en la plataforma. Una vez allí, activa el sistema eléctrico que lo desciende hasta el agua. Cuando termina el baño, realiza el mismo proceso a la inversa. «Hemos instalado un teclado de control, con una pulsera, que hace que se active el mecanismo. La intención es crear una tarjeta o un código de acceso que lo accione», precisa Víctor, para que sólo hagan uso del sistema aquellos que lo necesiten, y protegerlo así del vandalismo. El objetivo alcanzado: «Que una limitación de movimiento no te impida acceder a la playa, casi en ninguna circunstancia y no depender de nadie», celebra el especialista en accesibilidad. «No tener que avisar a los socorristas y pedir hora. Hay gente que necesita el baño asistido, pero si a mí me das la forma de acceder de forma autónoma, me apaño y descargo de todo el servicio para quien sí lo pueda necesitar», apostilla Bordas.

Funciona con agua dulce -la salada es corrosiva- y cuenta con dos palancas. Su instalación no ha sido sencilla. Montadores de estructuras metálicas, una gran infraestructura, y los correspondientes certificados. «No está al alcance de cualquiera», presume Víctor. De ahí que, tras su estreno, ya les hallan llegado varias peticiones para implementar la plataforma en otros arenales españoles. «Requiere de un estudio del medio; en este caso es cambiante. No tenemos un entorno controlado. Puede ser extrapolable a otras playas, pero no a todas», advierte. Además, todavía queda valorar la experiencia del usuario de cara a implementar posibles mejoras.

Escaleras al mar

Por ahora, hay una «grandísima ilusión», constata Marta. Además de la plataforma, este sistema ha incorporado unas escalera «amables» que permiten acceder al agua a personas con movilidad reducida. Tras la inauguración, «se me acercó una niña a la que esa misma mañana su abuela le había dicho que creía que este sería su último verano, porque ya le costaba mucho acceder a la playa. Luego han venido las dos, casi a abrazarnos. La abuela nos ha dicho: ‘¡Qué ilusión! Esto me va a alargar unos años más de vida en el mar’», rememora. «Una cosa tan sencilla que cambia tanto la vida. A veces es un desnivel el que dificulta el acceso, o andar sobre un terreno inestable. Y ahora unas simples escaleras para poder sujetarte dan mucha libertad».