La farsa de la guerra relámpago acorazada de Putin: «Es un desastre, nada que ver con la de los nazis»

La primera vez que ABC habló de la ‘Blitzkrieg‘ fue para hacer referencia a una película. O un documental, más bien: el rodado por Fritz Hippler en 1940 para avivar el fuego de la propaganda nazi. «Da una idea exacta de la victoriosa campaña que en dieciocho días acabó con el Ejército polaco. Fue un ‘Blitzkrieg’, una ‘guerra relámpago’, asombrosamente rápida, a pesar de la heroica resistencia de los polacos en varios puntos». Aquel ‘filme’ no pudo ser más esclarecedor. «Muestra la admirable organización del Ejército alemán, la terrible eficacia de su aviación, algunos barrios de Varsovia destruidos y todos los horrores que trae consigo la guerra», añadía el crítico.

El artículo dio en el clavo y puso sobre el tapete una táctica militar revolucionaria: la basada en romper el frente de batalla con divisiones acorazadas y motorizadas a través de un vértice determinado, embolsar los puntos de resistencia enemigos para aislarlos y hacerse con ellos tras una sinfonía de bombardeos aéreos.

Algo equiparable al golpe de mano planteado por Vladimir Putin durante la torticera invasión de Ucrania. O eso se extendió en un principio. Sin embargo, Jesús M. Pérez Triana, analista de seguridad y defensa, es partidario de que ambas operaciones no tienen nada que ver. A cambio, si considera que el ‘invierno ruso’ que condenó en parte a los nazis en 1941 se ha vuelto en contra de este zar moderno.

‘Blitzkrieg’

Por mucho que se haya extendido –y vaya si se ha repetido– la ‘Blitzkrieg’ no fue un invento alemán. Ni tampoco fue su padre el general de la ‘Wehrmacht’ Heinz Guderian. En lo que sí acierta el mito es en que este teutón de cara bonachona y bigotillo canoso fue el que la perfeccionó. El propio ABC, en 1944, hizo referencia de forma sibilina a ello. «Hace cuatro años y pico todos nos asombramos de la facilidad con que los alemanes de Guderian ocuparon en un solo día Amiens y Arras, además de lanzar una profunda cuña sobre hasta Abbevile. ¿Cómo era posible atacar sin que la cuña fuera atacada y cortada? La explicación consistía en la superioridad alemana en aviones y tanques».

En la práctica, Guderian se convirtió en uno de los mayores estudiosos de la guerra blindada y motorizada. A golpe de artículo e investigación, este oficial se atrevió a concebir un nuevo tipo de uso para los carros de combate. Unos ingenios que, hasta entonces, habían sido utilizados como un mero (y lento) apoyo de la infantería. Esa vieja concepción de la Primera Guerra Mundial, la que veía a los blindados como un parapeto gigante destinado a proteger a los hombres que combatían a pie, fue destruida gracias a él. A cambio, y como dejó patente en su libro ‘Achtung Panzer‘, su revolución radicaba en crear divisiones enteras de tanques ligeros y medios apoyadas y seguidas por soldados motorizados. El objetivo: atravesar las líneas enemigas a toda velocidad y asaltar la retaguardia del contrario.

Soldados ucranianos con el sistema NLAW antitanque en las cercanías de Kiev
Soldados ucranianos con el sistema NLAW antitanque en las cercanías de Kiev – EFE

Así explicó el propio Guderian en su obra este cambio de mentalidad y la creación de lo que, a la postre, fue denominado ‘Panzergruppe‘, la unión de divisiones blindadas y motorizadas en un único ente:

«La tropa blindada ya no es en la actualidad el arma auxiliar de la infantería; casi podríamos establecer la relación inversa desde que en Francia un ataque de infantes sin tanques no se considera realizable. […] Si, por ejemplo, existe la posibilidad de realizar rápidamente un ataque, no hay razón que impida que los tanques se expongan al peligro circulando lentamente, ya que podrían ser alcanzados por los cañones antitanque, y todo esto porque una infantería anticuada no puede seguirles el ritmo. Y como la técnica permite que los tiradores se desplacen en vehículos blindados de acompañamiento, que pueden ir tan rápido como los tanques, éstos podrán orientarse en su velocidad por los tanques».

Una vez sobre el terreno, la esencia de la ‘Blitzkrieg’ consistía en atacar a toda velocidad el punto más débil de las defensas enemigas de forma masiva con divisiones acorazadas y motorizadas apoyadas por aviación; rodear las posiciones mejor defendidas del contrario y, por último, coordinarse con la infantería para asaltarlas desde todos los puntos posibles. Para todo ello, nuestro protagonista potenció el uso de las comunicaciones: «La dirección de las unidades blindadas se lleva a cabo por radio, la de las unidades pequeñas de la compañía y las de menor rango también mediante señales luminosas. Mientras no se pueda establecer contacto por radio, la transmisión de órdenes y de información debe quedar garantizada mediante aviones, vehículos motorizados o el teléfono».

Guerra relámpago

Poco se parecen los movimientos rusos en Ucrania a la ‘Blitzkrieg’ alemana. Para empezar, porque las unidades del Kremlin no se han desplazado por el país en masa tras atravesar la frontera por el este del país, el sur de Bielorrusia y la península de Crimea, sino en pequeños grupos. «Hubo un error en los primeros días. Como las columnas rusas iban de un punto A a uno B, pintábamos los mapas como si esas zonas estuviesen ya conquistadas. Y no es así. Hay vídeos de vehículos abandonados en las cunetas, destruidos, soldados rindiéndose… La realidad es que han avanzado, pero se desconoce si estas líneas tienen solidez. No se sabe qué puede pasar con la resistencia ucraniana, los posibles golpes de mano, etc.», desvela Triana a ABC.

Poco se parece también el desplazamiento de las unidades sobre el campo de batalla. Si la ‘Blitzkrieg’ supuso el progreso general a través de cualquier tipo de terreno para arrasar la resistencia contraria tras haber ablandado las defensas mediante bombardeos de precisión, los rusos han apostado por la seguridad de los caminos asfaltados. «De haberse llevado a cabo, hubiese supuesto que los grupos de batalla tácticos hubiesen avanzado de forma coordinada y coherente a través de campos de trigo. Tendrían que haberlo hecho a lo ancho, con dos brigadas en vanguardia y una detrás, en reserva. Pero no. Han puesto sus vehículos en columnas y se desplazan a través de carreteras», incide.

A su favor habría que decir que eso les ha permitido llegar a toda velocidad a grandes núcleos urbanos como la capital del país. Algo que, en palabras del analista militar, forma parte de la doctrina rusa. «Si pensamos en términos de Clausewitz, Kiev es el centro de gravedad de Ucrania; dónde están las instituciones, el presidente… La doctrina rusa se basa en la idea de hacer una zona de concentración de tropas antes del ataque. Avanzar, embolsar, concentrarse y lanzarse contra la capital hasta hacerla caer», explica. El equivalente moderno sería Afganistán, donde accedieron a toda velocidad a Kabul, acabaron con el presidente Hafizullah Amín y un millar de sus seguidores y arrancaron de cuajo el problema.

A cambio, estos movimientos quirúrgicos de tropas a toda velocidad han condenado sus líneas de abastecimiento. «El modelo de invasión, al menos en los primeros días, fue el que se mantuvo en Checoslovaquia: lanzarse contra la capital amparándose en la idea de que el enemigo no iba a plantar batalla por ser, entre comillas, afín. Dar un golpe decisivo al sistema nervioso del país, decapitarlo y vencer», explica. Pero no les ha ido bien. No ya por haberse topado con una resistencia tenaz por parte de los ucranianos, que también, sino porque la incapacidad de controlar los pueblos y las rutas de abastecimiento ha convertido sus colas de suministros en un blanco perfecto para los llamados ‘ cazadores de convoyes‘ y, en general, para las milicias locales.

El ejemplo más claro de que la falta de coherencia y seguridad en el avance lo dan las imágenes de vehículos de segundo y tercer escalón destruidos por los ucranianos. «Las instantáneas muestran camiones de puesto de mando y de comunicaciones abandonados y calcinados. Lo lógico cuando dos ejércitos chocan es que lo que veamos sean tanques en ese estado, pues van en primera línea», añade Triana. ¿Por qué se han quedado aislados estos pequeños convoyes que deberían ir protegidos? Sencillo: por la acumulación de vehículos. «Imagina que tienes una división acorazada y vas a invadir Madrid incorporándote a la M-30. Creas un atasco de tales dimensiones que, al final, te ves obligado a dividir a tus vehículos en pequeñas columnas para que accedan por otras vías».

En la práctica, esa división en pequeñas unidades ha hecho que los ucranianos no se hayan enfrentado a una auténtica masa acorazada rusa que trabaja de forma coherente, sino grupos separados. Y por eso vemos un sinfín de fotografías de artillería remolcada destruida, sin protección alguna. «Cuando los ejércitos se mueven, en primer lugar van las unidades de combate. Supongamos que un batallón está formado por tres compañías que van en paralelo por sendas carreteras. Detrás va la compañía de plana mayor. Cuando te dañan vehículos de mando es que te han tendido una emboscada y no tienes dominado el terreno», sentencia Triana. Nada que ver con la coordinación de la ‘Blitzkrieg‘.

Invierno ruso

A cambio, sí hay otras tantas similitudes entre la Segunda Guerra Mundial y la actual invasión de Ucrania. Una de ellas es la participación del ‘general invierno‘ y el ‘general barro‘. En su momento, dos enemigos que diezmaron a las tropas germanas y a los tanques de la ‘Wehrmacht’. El primero fue más que molesto por la falta de líquido anticongelante para los vehículos. Armas cortas y blindados quedaron inutilizados. De hecho, según las estimaciones de historiadores como Jesús Hernández, en los primeros meses de bajas temperaturas solo uno de cada cinco carros de combate estaba operativo. Para colmo, la ropa de abrigo era insuficiente y la mayoría de alemanes combatían (y morían) con sus uniformes de verano.

Hasta tal punto llegó la ruina, que en noviembre de 1941 las bajas por frío eran el doble que las generadas en combate. En diciembre, la ‘ Wehrmacht’ sumaba ya 100.000 casos de congelamiento. Un auténtico desastre. Pero también la crónica de una muerte anunciada que se podía haber evitado.

El ‘general barro’ fue incluso más peligroso, aunque haya sido obviado por parte de la historia. Las lluvias de octubre de 1941 generaron tal cantidad de lodo que los carros de combate se vieron obligados a detener su avance. El diario de ruta de la 112 división germana así lo atestigua: «El 26 de octubre, el espectáculo que se ofreció ante nuestros ojos fue el siguiente: casi todos los vehículos estaban irremediablemente atascados. Los que no habían quedado atrapados en los pantanos o en los caminos tampoco podían avanzar, faltos de gasolina». En lo que fue una extraña paradoja, los alemanes esperaron ansiosos la bajada de las temperaturas para que los pasos se congelaran y los vehículos pudieran continuar su avance.

Panzer atrapado en la nieve durante la Operación Barbarroja
Panzer atrapado en la nieve durante la Operación Barbarroja – ABC

A Putin le ha sucedido otro tanto. Para empezar, el invierno ruso se ha vuelto contra él. Y no porque se haya lanzado contra Ucrania bajo un frío abrumador, sino porque llevaba meses acumulando tropas en la frontera. «Ese tiempo ha producido un receso en el estado de operatividad. Militares tirados en campamentos en mitad de lluvia y barro, sufriendo nevadas, comiendo de forma insuficiente… Y lo mismo con los vehículos, que han padecido las inclemencias del tiempo, cuando lo normal es que descansen en hangares», explica el experto. El resultado ha sido el esperable: problemas mecánicos imposibles de reparar en el primer escalón –la dotación– y en el segundo –los camiones taller–. Un desastre.

La prueba está en las fotografías. Son cientos las instantáneas que muestras vehículos modernos con problemas mecánicos de todo tipo. «Hace poco vi una instantánea de un Pantsir-S1 bloqueado por problemas en los neumáticos. Si te fijas puedes ver que están deteriorados por haber pasado meses a la intemperie y porque no se les ha hecho un mantenimiento adecuado. Han estado mucho tiempo sufriendo las malas condiciones del invierno y la lluvia. Además, eran la copia china de los Michelín, adquiridos con total probabilidad para ahorrar costes», sentencia Triana. La ‘ratputitsa‘, los barrizales generados en esta época por las temperaturas templadas entre Ucrania y Rusia, también se han convertido en unos curisos aliados contra Putin.

Fantasmas y defensa elástica

Otra similitud con la Segunda Guerra Mundial es que Ucrania está valiéndose de una artimaña tan clásica como la forja de mitos. «Hace poco se hablaba del ‘Fantasma de Kiev‘. Hay que asumirlo: no es más que un mito que busca animar a la población. La verdad es que es un personaje colectivo; en vez de poner nombres y apellidos a todos aquellos pilotos que han derribando aviones, se crea un ente grupal, un ‘superpiloto’ con unas capacidades sobrehumanas», desvela el experto. El equivalente en los años cuarenta fueron los francotiradores soviéticos, cuyas cifras de enemigos abatidos fueron infladas para generar temor en el enemigo. El ejemplo más claro: Vasili Záitsev, cuya historia tiene más oscuros que claros.

La enésima similitud que se ha escuchado estos días es que Ucrania habría planteado una ‘defensa en profundidad‘ similar a la implementada por el general alemán Erich von Manstein en la Segunda Guerra Mundial. Esa que el historiador Dennis E. Showalter define en sus obras como un tipo de combate basado en ubicar varias líneas de resistencia consecutivas con la capacidad de desplazarse a lo largo del frente, y no centrar todos los efectivos en un único punto. «La idea era ceder terreno antes de la ofensiva y luego golpear los flancos. Una guerra móvil», explica el historiador anglosajón en ‘La batalla de Kursk: El gran choque de tanques de la Segunda Guerra Mundial’.

Triana no está de acuerdo en que este sea el tipo de defensa que están planteando los ucranianos. No porque no sea factible, sino porque no tenemos la suficiente información como para aseverarlo. «En realidad no sé qué quiere decir la gente cuando se habla de ‘defensa en profundidad’. Es algo muy genérico. Lo que podemos saber es que, si los rusos extienden demasiado sus líneas, los ucranianos que se quedan en retaguardia podrán emboscar los convoyes. Los rusos deberían dejar una guarnición para permitir las comunicaciones y controlar el terrenos, pero no lo hacen», finaliza.