Tres años del 3-O: ocho verdades del Rey que incomodan hoy a Pedro Sánchez

El Rey compareció ante los españoles dos días después de la celebración del referéndum ilegal en Cataluña, en una intervención cuyos pilares ponen en solfa la estrategia política que despliega el Gobierno.

El 3 de octubrede 2017, cuando el separatismo avanzaba hacia la declaración de independencia,el Rey pronunció un discurso decisivo cuyas verdades incomodan hoy al Gobierno de Pedro Sánchez.

PUNTOS CLAVES DE ESTE ANÁLISIS:

  1. Momento de extrema gravedad
  2. Deslealtad del nacionalismo
  3. División de la sociedad catalana
  4. Condena a la decadencia económica
  5. La soberanía reside en el pueblo español
  6. La pasividad del Gobierno
  7. Contra la soledad del constitucionalismo
  8. Corona, democracia y libertad

Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada ilegalmentela independencia de Cataluña. 

MOMENTO DE EXTREMA GRAVEDAD

Sin preámbulos ni circunloquios diplomáticos. En unas horas en las que muchos ciudadanos en Cataluña y el conjunto de España se preguntaban dónde estaba y que hacía el Gobierno de Rajoy para frenar a un independentismo lanzado hacia la declaración de independencia, el Rey subraya la gravedad de lo que estaba ocurriendo. Una verdad incómoda tanto para el Ejecutivo del PP que había asegurado tenerlo todo bajo control, como para todas aquellas voces que desde la izquierda, como Podemos y sectores del PSOE, el nacionalismo del PNV o el empresariado catalán, habían dado cobertura al proceso independentista durante años. El del Rey esa noche, dirigiéndose a todos los españoles y no sólo a los catalanes, es un puñetazo sobre la mesa que tuvo la virtud de impulsar la gran movilización constitucionalista en Barcelona el 8 de octubre. Y sus palabras cobran fuerza hoy cuando el Gobierno explora con los autores del Golpe de Estado vías para el indulto o la rebaja de su pena con la reforma exprés del código penal.

DESLEALTAD DEL NACIONALISMO

En uno de los pasajes que más molestó a los dirigentes independentistas, razón por la que han puesto en su diana desde entonces al Rey Felipe, les recuerda una realidad que el nacionalismo siempre ha rechazado por incómoda: que el poder de la Generalitat y el Parlament emana de la Constitución, y no de un origen ancestral y mitológico, y por lo tanto el president, como máximo responsable del Gobierno Autonómico, es el principal representante del Estado -ese al que acusan de ser opresor y antidemocrático- en Cataluña. La deslealtad para con sus ciudadanos y el Estado democrático al que deberían representar de la que habló don Felipe ha continuado sin ningún tipo de camuflaje durante el mandato de Torra. Una perseverancia en la desobediencia que no ha impedido que Sánchez haya abierto una mesa de negociación de carácter bilateral -impropia en el vigente modelo de las automomías- con los nacionalistas y considera a ERC un socio preferente en la legislatura.

Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada.

DIVISIÓN DE LA SOCIEDAD CATALANA

Esta frase del Jefe del Estado señala dos realidades del proceso independentista. La primera: supuso una ruptura del pacto democrático, empezando por las leyes de “desconexión” aprobadas por los convulsos plenos del 6 y 7 de septiembre como por su voluntad de convertir un referéndum ilegal, en el que más de la mitad de los catalanes no se sintieron interpelados a participar por atentar contra diferentes resoluciones judiciales, como un mandato de la “voluntad popular” que les habilitaba para hacer efectiva la sedición. La segunda, consecuencia de la primera, es que el nacionalismo abrió una brecha sentimental y ética en la sociedad catalana que no todavía hoy no se ha cerrado. Una división que desmiente la falsa idea de “un sólo pueblo” en las soflamas separatistas.

Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.

CONDENA A LA DECADENCIA ECONÓMICA

El Rey avanzó la decadencia económica y social a la que la vía unilateral del independentismo ha condenado a Cataluña, con pérdidas en el PIB, huida de muchas de sus empresas -el llamado “efecto Montrela”- y profesionales cualificados, amén de un empobrecimiento de la vida cultural y el debate público que sigue agudizándose. Con una gran diferencia, si en 2017 el Gobierno de Rajoy entendía que el proceso independentista como un claro ataque a la convivencia y los derechos fundamentales de la mitad de la población de los catalanes, el Ejecutivo de Sánchez ha asumido desde el inicio de sus negociaciones con ERC y JxCat el marco conceptual del separatismo y habla de un “conflicto político” en Cataluña.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común

SOBERANÍA RESIDE EN EL PUEBLO ESPAÑOL

El Rey identifica al hablar de quiebra de la soberanía nacional la acción independentista como un claro golpe de Estado y recuerda que es el pueblo español en su conjunto el que tiene la palabra sobre qué es y qué debe ser España. Una afirmación respetuosa con la Carta Magna pero que, trasladada al presente político español, choca con la asunción del Gobierno de algún avanzar a algún tipo de votación sólo en Cataluña de su marco de relación con el conjunto de España. Ya sea el referéndum de autodeterminación que plantea abiertamente Pablo Iglesias o esa “votación de un acuerdo” de la que hablan los socialistas.

 Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía. 

PASIVIDAD DEL GOBIERNO

Este otro dardo Real no sólo señalaba la rebeldía con sus obligaciones de las autoridades catalanas sino también la responsabilidad de los poderes del Estado para asegurar el orden constitucional. Un tirón de orejas al Gobierno Rajoy y al de sus antecesores, que permitieron que en Cataluña los gobiernos nacionalistas incumplieran (e incumplan) de forma sistemática la Constitución y numerosas leyes, por ejemplo desacatando las numerosas sentencias sobre la obligación de que el castellano sea también lengua vehicular en la educación catalana. Esa pasividad frente al nacionalismo se ha transformado, con la llegada de Sánchez e Iglesias a Moncloa, en connivencia y colaboración.

 Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes. A los ciudadanos de Cataluña -a todos quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos

SOLEDAD DEL CONSTITUCIONALISMO

Estas palabras dirigidas a los catalanes contrarios a la independencia, o que simplemente veían con terror como Puigdemont les estaba conduciendo al abismo, reconfortaron a muchos de ellos que se sentían abandonados a su suerte por el Gobierno. Una sensación de desamparo que, lamentablemente, muchos catalanes vuelven a sentir al constatar la impunidad con la que el independentismo -con el aval del Gobierno socialpodemita- vuelve a actuar, decidido a convertir las próximas elecciones catalanas del mes de febrero en otras plebiscitarias para, si supera el 50%, impulsar una nueva etapa del procés.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña. Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.