Marc Márquez volvió a ganar. Lo hizo en Jerez, la afición española rendida a su maestría, a su inteligencia, a su destreza. Lo hizo en Jerez, un trazado corto y estrecho, de curvas enlazadas, de virajes lentos, que no dibuja el mejor de los escenarios para su Honda. Lo hizo después de una magnífica salida en que se colocó en cabeza ya en la primera curva; y justo después de haber cometido un error en la última cita, en Austin, el de Cervera, tozudo como es, se propuso liderar la prueba y ganar a lo campeón, de la primera vuelta a la última, con un amplio margen sobre el resto. Y lo logró.

No fue fácil. Aunque lo más complejo para él no fue deshacerse del asedio de las dos Yamaha satélite del equipo Petronas, sino mantener la concentración, clavar el plan, no dar con los límites de su moto (o del asfalto, renovado en parte, algo imprevisible), ni dejarse atemorizar por la presión, sabedor de que no podía cometer otra equivocación cuando parecía tener la victoria bien agarrada con sus dos manos. Exactamente como tres semanas atrás.

No fue fácil. Por lo que le rondaba por la cabeza y por lo que venía tras él. Magnífico Quartararo, protagonista el sábado, desgraciado este domingo, pues tuvo que abandonar por un problema mecánico de su moto cuando figuraba en segunda posición y resistía el tirón del 93. El cambio de marchas de su M1 falló cuando rodaba a poco más de un segundo del campeón del mundo. Era la vuelta 13, y fue entonces, cubiertas la mitad de las vueltas, despistado Morbidelli al ver desaparecer a su compañero de equipo, lapsus que aprovechó Rins para metérsele por el interior de la última curva y culminar su remontada, cuando Márquez aprovechó para marcar diferencias con sus rivales. Había firmado la vuelta rápida de la carrera en aquel 12º giro en que se esfumó Quartararo. Y todavía mejoró más dos giros después para dejar la vuelta rápida de la carrera (y el nuevo récord en Jerez) en 1m, 38’0s. Y abrió una brecha de 3,8 segundos. La misma ventaja que tenía cuando se cayó en Austin.

Esta vez, sin embargo, tenía las ideas claras y la situación controlada. Aquel domingo de derrapadas en su pista predilecta falló él, pero también la moto, que fue inspeccionada y, al parecer, corregido el problema que propició ese cero que ha animado la pelea por el campeonato. Para no llevar a nadie a equívoco, Márquez se propuso repetir estrategia este domingo de mayo. A él lo que le van son los adelantamientos, el cuerpo a cuerpo en la pista, pero hay días en que cree que debe dar un golpe sobre la mesa, enviar un mensaje a sus rivales. “No me gustan este tipo de carreras, pero tenía ganas de ganar así, es importante que los rivales vean que puedo hacerlo”, dijo al bajarse de la moto.

Pudo él, como pudo Rins volver a subirse al podio. A pesar de haberse clasificado en novena posición –sigue siendo la clasificación su asignatura pendiente–, lo que da pensar: ¿serán sus fantásticos resultados todavía mejores cuando logre mejorar su vuelta rápida? Le queda mucho Mundial para demostrarlo y para confirmarse como uno de los aspirantes al título. Como Dovizioso, que tras un buen fin de semana terminó cuarto en un circuito que nunca le gustó y en el que nunca ha subido al podio. Su regularidad es su mejor carta de presentación.

Estuvo el de Ducati muy cerquita de romper esa estadística, pues luchó por la tercera plaza hasta la última curva. Pero se encontró con el mejor Viñales de los últimos meses. El de Roses rompió el mal fario que acompaña en este circuito a la fábrica japonesa los últimos años y se subió al tercer escalón del podio, recuperada la confianza, buena la salida, mejores las sensaciones sobre su M1, esta vez algo más dócil en las primeras vueltas, competitiva en las últimas, con gomas gastadas y el depósito liberado.

Como Viñales, firmó Rossi un buen final de carrera –tres adelantamientos en una vuelta, por ejemplo– y escaló de la 13ª posición de la parrilla a la sexta plaza para salvar las distancias en el campeonato. Sigue estando el Mundial en un suspiro, separados los cuatro primeros por nueve puntos, pero ahora ya no es Márquez quien cierra ese grupo, sino el italiano. El 93 vuelve a liderar la clasificación mientras su compañero de equipo, Lorenzo, sigue sin entenderse con la Honda. Se había clasificado 11º y terminó 12º. Es el peor inicio de un debutante con la Honda.