Nadal salva la primera semana sin ceder un set

En la inmensidad de la Rod Laver, completamente vacía porque en Australia no se especula con el coronavirus y la gente está otra vez confinada por unos cuantos positivos, Rafael Nadal completa un ejercicio serio y expeditivo, que es de lo que se trata cuando el cuerpo no está en plenitud. Como en el Tour o en la Vuelta, un Grand Slam no se gana en la primera semana, pero sí se puede perder, y la mejor noticia es que el español, con todas las complicaciones ya lamentadas en los días anteriores, accede al segundo tramo del Abierto de Australia, se intuye que mucho más exigente que lo vivido en estos tres primeros encuentros. Nadal, en dos horas y 13 minutos, despacha a Cameron Norrie (7-6, 6-2 y 7-5) y cierra el puño con cierto alivio, pues el triunfo es importante, claro, pero mucho más el notar que la espalda, pese a todo, le permite seguir con vida. No es poca cosa para ese cuerpo tan castigado, que deberá estar en plenitud para afrontar el reto de octavos ante Fabio Fognini (eliminó por la vía rápida a Alex de Miñaur).

Solventados los dos primeros partidos sin florituras, Norrie, 25 años y 69 del mundo, subió ligeramente el listón, pero tampoco lo suficiente como para que Nadal tuviera que recurrir a su mejor nivel. Es cierto que en el primer set el español tuvo que remar y que incluso se le nubló la vista al perder el saque en el quinto juego, pero de inmediato recuperó el terreno perdido y resolvió tirando de galones, un 7-5 sufrido. Norrie, zurdo, de golpe plano y sin demasiados ganadores, ofrecía, al menos, un poco de resistencia y fallaba poco, aunque no le dio para más.

Básicamente porque se difuminó después de esa primera manga apretada. El británico, nacido en Johannesburgo y que vivió en Nueva Zelanda antes de instalarse en Londres, disparó su estadística de fallos a partir del 2-2 del segundo set y sufría una barbaridad cada vez que le tocaba sacar, entregado a la fiabilidad de un Nadal más entonado. También hay que ganar así, sin la necesidad de hacer de cada punto un puntazo.

En cualquier caso, le evolución del número dos es óptima. Ante lo que está por venir, es importante cargar la mochila de confianza y algún que otro derechazo alimentó sus esperanzas en este Abierto de Australia tan singular. Ni siquiera ha completado la mitad del camino, pero Nadal sigue intacto y sin más rasguños que el que le produce su propia espalda. Los enemigos apenas tenían pedigrí y ahora asoma Fabio Fognini en octavos de final, un rival que tiene miga. El imprevisible talento italiano, un genio loco, tiene la virtud de sacar de quicio al español y le ha derrotado en cuatro ocasiones, si bien es cierto que el mallorquín ha vencido en los otro 12 encuentros. De todos modos, Nadal ya sabe que necesita más tenis para avanzar en Melbourne.

También necesitará ser más certero ante las bolas de break (5 de 12) y aprovechar las oportunidades que se trabaja al resto. En el epílogo, ya con el techo cerrado por la lluvia, al campeón de 20 grandes se le hizo demasiado larga una pelea que no merecía tanto debate y, aunque no se puede decir que pasó apuros, se enredó más de la cuenta. Por aquello de ver el vaso medio lleno, tampoco está mal aprender a sufrir. Fognini, el único tenista capaz de remontar dos sets al mallorquín en un Grand Slam (US Open 2015), será otra historia.