Hablan los ‘salvados’ por Amancio Ortega

Cuando este martes Esther Luque entró por primera vez a la sala del hospital, vio una máquina inmensa, como venida del futuro, con una especie de platillo volante por arriba, una placa blanca en el lateral izquierdo y una pantalla. Túmbese ahí, le dijeron. Ella (periodista, 44 años), que algo de estas máquinas sabe porque hace ocho años ya padeció un melanoma en la piel, preguntó impresionada a su radioncóloga. «¿No séra…?». Sí, sí. Es.

A Francisco Cañero, representante de joyería jubilado, de 73 años, le ocurrió algo parecido. Lo suyo era un quiste en la próstata que había que quitar para que no se convirtiera en cáncer. Tenía por delante 36 sesiones diarias de unos 15 minutos de radioterapia. El primer día se descubrió las piernas y, allí tumbado, analizó con detenimiento el gigante blanco del platillo volante. Quince minutos después, le dijo a una de las técnicos:

-¡No veas esta máquina! ¡Es una maravilla!

-Esta es de las de Amancio Ortega…

-¿No me digas?

-Sí…

-Pues habría que hacerle una estatua a este hombre -resolvió Paco.

En la sala de espera, los pacientes oncológicos del Hospital Regional de Málaga (antes llamado Hospital Carlos Haya), como Esther y como Paco, ya han bautizado al gigante blanco. Lo llaman con gracia el Zaratrón porque todos se han enterado ya de que es una de las cerca de 400 máquinas que, desde 2015, ha donado el multimillonario Amancio Ortega a la sanidad pública española.

En la semana en la que Podemos ha convertido al fundador de Inditex y a sus donaciones en argumento electoral, con su candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Serra, y el mismo secretario general del partido, Pablo Iglesias, reclamando que la sanidad pública rechace las «limosnas» del empresario gallegoCrónica va en busca de los pacientes que se han tratado o se están tratando directamente con alguna de las máquinas de la polémica: principalmente, aceleradores de radioterapia de última generación y mamógrafos digitalesque ayudan a diagnosticar el cáncer más común entre las mujeres.

Lejos de posiciones políticas, los pacientes de Amancio (en torno a 100.000 en toda España) hablan de su experiencia. Y su veredicto, unánime, podría resumirse en una palabra: gracias.

ESTHER, SANDRA Y PACO (ANDALUCÍA: 40 MILLONES)

En el Hospital Regional de Málaga, donde arrancaba esta historia, llevan medio año con el Zaratrón, que en realidad es un acelerador lineal de electrones marca TrueBeam. Con él ya han sido tratados más de 300 pacientes aquejados de cáncer de mama, de próstata, de pulmón, ginecológico, rectal… El acelerador recibió una calurosa bienvenida en el centro público: era el modernísimo recambio para una máquina de radioterapia ya obsoleta, instalada en 1998 y que se estropeaba con frecuencia. Lo más importante, explica el doctor Ismael Herruzo, jefe de Oncología Radioterápica, es su precisión. Con el nuevo acelerador, los pacientes pueden recibir «una radiación mucho más afinada», de forma que es mucho menos probable que los tejidos sanos alrededor de los enfermos se vean afectados. Además, las dosis son más intensas y por lo tanto más rápidas. El paciente sufre menos.

Esther Luque, la periodista, asiente. A ella le diagnosticaron un carcinoma en la mama el pasado diciembre. «Tuve suerte, me lo cogieron muy a tiempo, pero por prevención me he sometido a 21 días de quimioterapia, que me han dejado sin un pelo en la cabeza, y he empezado ahora con 18 sesiones de radioterapia», cuenta. «En España somos muy dados a señalar al rico, que siempre es sospechoso. Pero yo estoy muy agradecida a este tipo de donaciones porque salvan vidas. Me gustaría, eso sí» -matiza- «que la sanidad pública no se acostumbrara a ellas, y creo que esta polémica nos ha interpelado a todos, para que exijamos a nuestros gestores públicos que se pongan las pilas, porque no podemos vivir de la filantropía».

Sandra Cuesta, funcionaria de 48 años, también se ha visto beneficiada por el Zaratrón malagueño. A Sandra le detectaron hace un año un cáncer multifocal de mama. La operaron y, tras la quimioterapia, se sometió a 28 sesiones diarias de radioterapia. Acabó en febrero. «Mi experiencia ha sido muy buena y yo estoy muy agradecida», coincide.«Por encima de la política está la vida de las personas. ¿Cómo puede rechazarse algo así, unas máquinas que pueden hacer que muchas personas nos vayamos a curar?».

«A este hombre habría que ponerle una estatua», insiste Paco Cañero, el representante de joyerías jubilado, «porque estoy agradecido al señor Amancio Ortega, claro que sí». El miércoles le dieron los resultados de la analítica que se hizo tras la radioterapia. Responde contento: «Ha salido fenomenal».

LA ACUSACIÓN DE PODEMOS Y LOS MILLONES DONADOS

La polémica la inició hace siete días, en plena campaña electoral, la candidata Isabel Serra. «La sanidad pública no puede aceptar donaciones de Amancio OrtegaSe debe financiar con impuestos. Los mismos que esquiva y elude Inditex. 600 millones en tres años», escribió en Twitter. «Una democracia digna no acepta limosnas de multimillonarios», añadió Pablo Iglesias.

Según los datos difundidos por Podemos, de esos supuestos 600 millones de impuestos no pagados, 218 corresponderían a España. Las cifras coinciden con las de un informe del grupo Los Verdes/Alianza Libre Europea presentado en el Parlamento Europeo en 2016 y firmado por el economista Marc Tataret de la Universidad de Barcelona, que decía que Inditex se ahorró 585 millones de euros en impuestos entre 2011 y 2014 gracias a sus filiales en Holanda, Irlanda y Suiza. La compañía, por su parte, rechaza las acusaciones y sostiene que el estudio contiene errores graves.

Amancio Ortega es, según las últimas estimaciones, el sexto hombre más rico del mundo. La revista Forbes le atribuye un patrimonio de 55.499 millones de euros. Y encabeza el listado de los 200 más ricos de España que elabora cada año EL MUNDO.

Pero, al menos hasta la fecha, no se conocen pruebas de que contravenga la ley eludiendo impuestos. Con todo, el asunto se ha metido de lleno en la campaña. PP y Ciudadanos han criticado con dureza a Podemos, al que han tildado de sectario, al tiempo que el Gobierno socialista en funciones ha defendido que la fiscalidad y las donaciones no son incompatibles. La denuncia de Podemos también ha levantado ampollas entre los suyos.«Si alguien quiere donar algo que ayuda a curar, me parece bien», ha dicho Iñigo Errejón, candidato de Más Madrid a la Comunidad y contrincante de Serra.

El plan filantrópico de la Fundación Amancio Ortega, que ya fue diana de las críticas de Podemos hace dos años, es un programa de apoyo a la renovación del equipamiento en los hospitales públicos para el diagnóstico y tratamiento del cáncer, para el que ha comprometido 309 millones de euros.

Tras las experiencias piloto en 2015 en Galicia y en 2016 en Andalucía, en 2017 la fundación negoció con el resto de gobiernos autonómicos qué máquinas necesitaban y en qué hospitales. El plan inicial contemplaba 290 máquinas para toda España, aunque las fuentes consultadas elevan la cifra hasta alrededor de 400. Más de la mitad de esas máquinas están ya instaladas en los hospitales. Entre este año y el próximo entrarán en funcionamiento las demás. Hasta ahora, la más cara de todas está en el Vall d’Hebron de Barcelona.

MARÍA JOSÉ, FÉLIX Y MARÍA (GALICIA: 16,8 MILLONES)

Todo arrancó en la tierra del empresario, Galicia (16,8 millones de euros). Allí encontramos a María José Carreira, funcionaria de la administración local y presidenta de la junta local de la Asociación Española contra el Cáncer en Ribeira (La Coruña). María José, de 54 años, es clara: «La diferencia con respecto a la máquina antigua es increíble». Ella puede comparar porque ha padecido dos cánceres de mama. La radioterapia para curarse el primero, hace seis años, se la aplicaron con una máquina antigua. El segundo lo combatió con el acelerador donado por Amancio Ortega al Hospital Meixoeiro de Vigo. «Ésta es mucho mejor», cuenta. «Es mucho más rápida, estás expuesta muy poquito tiempo a la radiación… La antigua me generó unas quemaduras muy importantes y con la nueva, nada».

¿Su opinión sobre las críticas a Ortega? «Es increíble que haya comentarios de ese tipo. Hablar desde lo ajeno es muy fácil. ¡Si, además, las ONG siempre se financian con donaciones! En este sector hay avances continuamente y el sistema sanitario público no es capaz de incorporarlos tan rápido. ¿Cómo negarse a algo que mejora la calidad de vida de los pacientes? Cuestionar estas donaciones es insólito, inaudito. Bienvenidas sean».

Desde Santiago de Compostela, habla Félix García. A él no le quedó otra que pasar por las radiaciones, la quimioterapia y una operación que lo dejó mutilado por dentro. Luchó todo lo que pudo pero aun así el pronóstico no le fue favorable. Y antes de que sus dos hijos le preguntasen, Félix se lo contó sin tapujos: «Hijos, tengo cáncer de próstata…, pero tranquilos, estoy fuerte». Y con esa aparente tranquilidad, el funcionario fue sacando fuerzas y ganándole días al calendario. Iba al trabajo todas las mañanas, salía con amigos, se divertía con sus hijos… Y no dejaba de recordar las radiaciones, el ruido de la máquina, los dolores y las interminables horas de quimio, las noches oscuras pasadas en vela«Yo terminaba física y mentalmente destruido. Eran aparatos muy antiguos pero tenías que aferrarte a ellos…». Y así, con la vida balanceándose sobre un hilo, fue sobreviviendo durante cinco años.

Hasta el año pasado, cuando supo por un periódico que Amancio Ortega donaba al Hospital Universitario de Santiago de Compostela uno de los aparatos más avanzados contra el cáncer. Incluso fue a verlo: «Me quedé impresionado. No era de este mundo. Los médicos me dijeron que reducía el tratamiento a la mitad de tiempo y que era mucho más eficaz que el habían utilizado conmigo». Y lo animaron a que volviera a tratarse. «Yo me vine arriba. Ortega me había dado una segunda oportunidad», reconoce Félix con la voz entrecortada. Por eso no entiende a quienes ponen a caldo al benefactor de Arteixo.

«Cuando sientes de verdad que la vida se te está marchando, no miras a quien te extiende la mano. Se la tomas», dice Félix. «Amancio nos ha extendido la mano. Y es impagable. Porque hay que verse con un cáncer encima para poder entender la magnitud de lo que este hombre ha hecho. Yo me pregunto: ¿dónde está la humanidad de los que insultan a alguien que ha hecho tanto bien a tanta y tanta gente sin esperanza? ¿Hablarían igual si un hijo suyo o ellos mismos padecieran un cáncer? Yo ahora empiezo a ver la luz».

La historia de María Autrán es otra de las muchas que pueblan la planta de Oncología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela. «A ese señor habría que ponerle una alfombra roja, como a las grandes estrellas», dice ella, a quien el cáncer la ha hecho «más fuerte». Y remata: «Gracias a ese empresario se han podido tratar muchos niños, adolescentes y jóvenes. Gente como él son los verdaderos héroes».

Carlos Estévez, de 52 años, es otro paciente de Amancio en Galicia. El tumor que comenzó lentamente a crecer en su cerebro hizo que se cambiaran las tornas. De la noche a la mañana, Carlos pasó de ser médico a ser paciente. Le hicieron dos operaciones y lo radiaron. «Busqué en España, en Europa, por todas partes una cura. Hasta que me hablaron de que lo que yo andaba buscando lo tenía cerca de mi casa, en Santiago de Compostela. Era la nueva máquina de Zara, como yo la llamo». Un acelerador lineal de radioterapia de última generación. Uno de los más potentes y avanzados del mundo.

«Fue emocionante ver al resto de enfermos esperando las sesiones. Muchos de ellos lloraban, no se creían que el tratamiento más sofisticado que existe se lo iban aplicar a ellos», recuerda Carlos. «Estábamos recibiendo el último tratamiento que hay en el mundo, el más avanzado, inalcanzable para la gran mayoría de la gente. Y lo tienes ahí, en tu ciudad, a un paso de tu casa. Hay que verse en la situación para poder comprender en toda su dimensión lo que Ortega ha hecho». Por eso Carlos no entiende las críticas hacia el empresario. «En Estados Unidos le habrían hecho un monumento, nadie se atrevería a hablar mal de él. Al contrario», concluye en tono indignado el doctor santiagués, quien hace tres meses finalizó el tratamiento con el nuevo acelerador. «Me encuentro bien y es posible que en poco tiempo pueda volver a pasar consulta. Gracias, Amancio. Por mí y por muchos otros».

DAVID (CATALUÑA: 46,8 MILLONES)

Aunque la experiencia arrancó en Galicia, después fue extendiéndose por toda España. La comunidad autónoma con las donaciones más abultadas es Cataluña: 46,8 millones en equipos médicos. Entre ellos destaca uno que el pasado marzo llegó al Hospital Vall d’Hebron de Barcelona: un acelerador de radioterapia modelo Halcyon, el primero de ese tipo en España y uno de los más avanzados del mundo.

El acelerador, que permitirá tratar a 400 pacientes al añocon tumores de pulmón, próstata, ginecológicos o de la zona pélvica, tiene como gran ventaja que puede administrar altas dosis de radiación a los tumores aplicando niveles bajos de dosis a los tejidos sanos, lo que reduce los efectos secundarios del tratamiento. Además, lleva incorporado un sistema de imagen de alta calidad que permite comprobar que estas técnicas tan complejas se administran con gran precisión y seguridad.

David Romero es un ejecutivo catalán aquejado de un cáncer. Con 39 años, la extirpación de la próstata lo dejó sin erecciones, sin vida sexual para el resto de sus días. Y a punto estuvo de perder mucho más. Intentó suicidarse en dos ocasiones. «Si hace tres años, cuando entré en tratamiento en el Vall d’Hebron, yo hubiera tenido una máquina así…», se lamenta David, que ha empezado a salir del túnel mental en el que estaba sumido. Le ayudó Asunción, paciente de cáncer y presidenta de Oncovida. «El señor Ortega nos ha devuelto la esperanza».

SUSANA E IZASKUN (ISLAS CANARIAS: 17,2 MILLONES)

A 2.400 kilómetros de Barcelona, en Santa Cruz de Tenerife, encontramos a Susana Estévez, de 47 años, que regenta un restaurante en Puerto de la Cruz. «Mi abuela, mi madre y mi hermana han tenido cáncer de mama. Por eso, por mis antecedentes familiares, estoy en un programa especial de detección del cáncer que me obliga a hacerme una mamografía anual desde que cumplí los 35 años», cuenta Susana. Así lo hizo año tras año en el centro de salud San Benito, con una máquina enorme que apretaba sus senos entre dos frías placas de hierro. «Te los aplastaba, te quedaban como una masa sin forma… Era bastante doloroso».

Pero el pasado septiembre, Susana se llevó una sorpresa. La habitación de las mamografías era la misma, pero en vez de la inmensa máquina había una mucho más pequeña. Sus placas ya no eran de hierro sino de metacrilato. Y ya no hacían daño. Ninguno. «Era maravilloso», dice Susana.

Preguntó y se enteró: había sido donada por la Fundación Amancio Ortega. Por eso dice que la embestida de Podemos es «vergonzosa». «Cuando estás en una situación así y te ves beneficiada por un avance tecnológico de esta importancia, sales saltando de alegría. Eso hay que vivirlo». Ella es otra agradecida.

Cuando relata su dolor -«ese que se te graba a fuego y ya nunca se va de tu cabeza»- a Izaskun Núñez le salen ramalazos de alegría. Ha pasado del calvario al alivio. «Aquel aparato me estrujaba el pecho y las lágrimas se me caían por la cara», recuerda. «El que tenemos ahora, mucho más avanzado tecnológicamente, se lo debemos a ese señor, a Amancio Ortega. Gracias a él ya no tenemos que someternos a aquel aparato de tortura, inhumano…».

No hace mucho que Izaskun, nacida en el barrio de San Vicente, en Baracaldo, pero afincada en Fuerteventura, dejó de subirse a la furgoneta que transportaba el viejo mamógrafo hasta la puerta del Centro de Salud Puerto 2 de la isla canaria. Ahora va al Hospital Virgen de la Peña, donde se encuentra la máquina de última generación donada por el dueño de Inditex.

«Ha sido un inmenso alivio no sólo para mí sino para las decenas de mujeres que ya no tienen que seguir derramando lágrimas», reconoce Izaskun, que ha creado la Asociación Canaria Salud y Sonrisas con el fin de ayudar en la isla a las mujeres que, como ella, saben lo que es padecer un cáncer. «Porque aquí, en Fuerteventura, hasta que Ortega hizo la donación, estábamos en la prehistoria en cuanto a la detección de tumores de mama. Olvidadas completamente… Y sufriendo mucho, mucho. Éramos enfermas de segunda. Ese hombre no se imagina lo que ha supuesto para todas nosotras su decisión…». A pesar del agradecimiento al mecenas gallego, Izaskun aprovecha para poner el foco de sus críticas en la política sanitaria. «Yo no creo que la sanidad pública tenga que depender de las aportaciones privadas. Debe cubrir todas las demandas, que para eso pagamos impuestos. Dicho, esto, ojalá hubiera más gente como Ortega». No está sola.

MÓNICA Y TINA: LAS DOS MUJERES QUE PIDIERON FIRMAS POR AMANCIO

En ‘Change.org’, la mayor plataforma de peticiones del mundo, ya son más de 5.500 las firmas que, a iniciativa de una mujer llamada Mónica Rodríguez, solicitan el Premio Princesa de Asturias para Amancio Ortega. «Él es el mejor representante de la Marca España», escribió un firmante. «Ortega no tenía por qué donar nada, cada cual hace con su dinero lo que le viene en gana. Y él lo ha hecho. Ha regalado aparatos médicos que salvarán miles y miles de vidas. Y encima lo insultan. País de tarados. Damos pena», decía otro firmante a favor de que le concedan el premio.

Hace dos años fue otra mujer la que inició también una campaña de recogida de firmas tras el lema «No al rechazo de las donaciones de Amancio Ortega en la lucha contra el cáncer». Gaditana y durante 10 años enferma de cáncer, se llamaba Tina Fuertes de la Torre (foto). En apenas dos días, Tina consiguió 10.000 firmas. Por desgracia, Tina ha fallecido. Antes de cerrar, su campaña alcanzó las 118.798 firmas. «Hay gente que no tenemos tiempo», dijo entonces a ‘Crónica‘. «Dejad que nos ayuden. Amancio Ortega, te pido por favor que no desistas. Y gracias, gracias, gracias, porque nos traes la esperanza».

En redes sociales, un puñado de personalidades se ha manifestado también en agradecimiento al empresario. El ex portero Santiago Cañizares, que en marzo del año pasado perdió a uno de sus hijos con cinco años de edad a causa de un tumor cerebral, ha salido en defensa del magnate. «Gracias, D. Amancio… y perdóneles porque no saben lo que dicen», respondió Cañizares con el ‘hashtag’ #GraciasAmancio.