El Parlamento arrebata a May el control sobre el futuro del Brexit

Theresa May se ha quedado sin estrategia y corre el riesgo de perder la poca autoridad que le queda para comandar el proceso del Brexit. El Parlamento respaldó a última hora del lunes una moción del conservador proeuropeo Dominic Grieve que otorga poder al Legislativo para presentar alternativas al acuerdo de salida de la UE si el actual texto pactado con Bruselas es rechazado en la votación del martes. La dramática disyuntiva que repetía estos días la primera ministra —o su plan o un Brexit sin acuerdo— queda desmontada con la moción, que añade aún más incertidumbre al debate político.

May ha encajado dos duros golpes en las últimas horas. El Parlamento ha declarado en desacato a su Gobierno y le ha obligado a publicar los documentos legales del Brexit. Y en un movimiento menos efectista, pero de mucho mayor calado, le ha impuesto la obligación de entregar las riendas del proceso al Legislativo si el acuerdo alcanzado con la UE no tiene el respaldo mayoritario de la Cámara de los Comunes en la votación del martes.

Con el primer golpe, que salió adelante con el apoyo de los unionistas norirlandeses y al menos ocho conservadores rebeldes —en estas votaciones solo trasciende el sentido del voto si el diputado lo difunde—, se ha consolidado la idea de que la primera ministra oculta la verdad cuando asegura que Reino Unido no se ha vinculado de modo casi permanente a la Unión Aduanera. “El protocolo permanecerá en vigor por tiempo indefinido hasta que no sea sustituido por otro acuerdo”, dice el informe del fiscal general que el Gobierno se vio obligado a publicar este miércoles.

Desde que volvió de Bruselas con su acuerdo, la primera ministra ha estado engañando a la Cámara de forma involuntaria o no”, ha llegado a acusar este miércoles a May el diputado Ian Blackford, del Partido Nacionalista Escocés (SNP). “Ha llegado la hora de que asuma la responsabilidad por haber ocultado los hechos”, agregó. Ese era el tono de un debate que cada minuto que pasa se vuelve más agrio para la dirigente conservadora.

Con el segundo golpe se desmonta, al menos en teoría, la advertencia de May de que no hay otro acuerdo posible que el actual y que rechazarlo supondrá abandonar la UE a las bravas, con el riesgo económico que ello supone. La moción impulsada por el conservador Grieve, ex fiscal general de Reino Unido y furibundo defensor de la permanencia en la UE, abre una caja de Pandora que nadie sabe lo que puede deparar. Y no solo contó con el respaldo de la oposición, sino que más de 20 diputados tories le dieron su apoyo.

El reglamento del Parlamento obliga al Gobierno, si el acuerdo del Brexit es rechazado, a presentar en un plazo de 21 días una declaración formal para explicar cuál es el plan b. La amenaza de May para torcer la voluntad de los euroescépticos ha consistido todo este tiempo en sugerir la idea de que la única alternativa posible a una derrota de su plan sería dejar correr el tiempo y que Reino Unido abandonara la UE a las bravas llegada la fecha fatídica del 29 de marzo.

Gracias a la moción, el Parlamento podrá meter mano en esa respuesta a través de enmiendas al texto. Ello abre la posibilidad de un abanico de opciones tanto en un sentido como en otro. Podría aprobarse que el Gobierno renegociara con Bruselas un nuevo acuerdo a la noruega, que mantuviera a Reino Unido dentro del Mercado Interior y de la Unión Aduanera. O podría forzarse al Ejecutivo a convocar un nuevo referéndum y dejar que la ciudadanía tuviera la última palabra. Y, aunque legalmente el Ejecutivo de May podría saltarse a la torera estas posibles enmiendas, existe un consenso general, mucho más reforzado tras demostrar el Parlamento hasta dónde está dispuesto a llegar si se desobedecen sus órdenes, en que se podría torcer políticamente el brazo a May.

Y, sin embargo, en el enrevesado drama político que ya nadie se atreve a pronosticar cómo terminará, algunos incluso sugerían que May puede acabar sacando ventaja de este último golpe a su autoridad. Sus aliados aseguran ahora que la moción de Grieve puede acabar produciendo el peor resultado posible para los euroescépticos: que, bien a través de un referéndum bien por cualquier otro tipo de maniobra, no haya finalmente ningún tipo de Brexit.

Segundo referéndum

El jarro de agua fría enviado desde Irlanda

El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, se encargó este miércoles de enfriar drásticamente las expectativas de los diputados británicos que confían en modificar el acuerdo de retirada de la UE después de su posible derrota en el Parlamento de Reino Unido, el próximo martes. “La idea de que, de alguna manera, si es rechazado nos veremos obligados a revisarlo con el Parlamento resulta bastante inviable”, dijo el líder democristiano en la asamblea legislativa de Dublín. Varadkar recordó una obviedad, destinada sobre todo a los euroescépticos conservadores de Westminster: el pacto entre Londres y Bruselas consta de “más de 500 páginas”, se negoció durante 28 agónicos meses y obtuvo el respaldo de “28 Gobiernos”, señaló.

A diferencia de lo ocurrido en Reino Unido, el Gobierno de Dublín no tiene ninguna intención de publicar todos los informes de asesoramiento legales manejados por su Gobierno, porque entiende que se trata de información “privilegiada”, según aseguró su primer ministro. Es el mismo argumento que defendió, sin éxito, el Ejecutivo de Theresa May hasta que se vio obligado a ceder.

El secretario de Estado para el Comercio Internacional, Liam Fox, uno de los pocos fieles a May, lanzaba la advertencia. “Creo que existe un serio riesgo de que la Cámara de los Comunes, que tiene una clara mayoría natural de diputados partidarios de la permanencia de Reino Unido en la UE, intente robar el Brexit a la ciudadanía británica, lo que constituiría toda una afrenta democrática”, advirtió Fox. No parece, en cualquier caso, que esa táctica esté tomando vuelo, vistas las declaraciones de los euroescépticos más furibundos, que restaron hierro a la amenaza.

May ha decidido reunirse con prácticamente todos los diputados rebeldes en las próximas horas en un último esfuerzo por salvar su plan. El diario The Times señalaba este miércoles que la primera ministra aún guarda alguna concesión bajo su manga, como permitir dar voz al Parlamento si el Gobierno aplicara en un futuro la salvaguarda irlandesa acordada con la UE.

En un golpe de efecto de nula repercusión legal, pero profundo calado político, el Parlamento escocés votaba este miércoles en contra del acuerdo de retirada y la declaración política pactadas con Bruselas. Cuatro de las cinco formaciones que integran la Asamblea regional, encabezadas por los nacionalistas del SNP y por los laboristas escoceses, transmitían a Westminster su rechazo a la decisión más trascendente adoptada por un Gobierno británico en las últimas décadas.