La discreta familia de Zidane, el mejor apoyo tras su marcha del Real Madrid

El 10 de julio de 2001, más de 400 periodistas de todo el mundo aguardaban impacientes la aparición estelar del entonces fichaje más caro de la historia del fútbol, en la sala de prensa del Santiago Bernabéu. Con una hora de retraso, Zinedine Zidane, era presentado oficialmente como nuevo jugador del Real Madrid. La operación se cerró con la astronómica cifra de 76 millones de euros. Lejos del foco mediático, a más de 500 kilómetros de la capital, en la fachada de la iglesia de El Chive, una pequeña aldea de Lubrín (Almería), un grafiti captó la atención de varios diarios deportivos: «¡Qué viva Véronique!».

Aquel inesperado rótulo se dirigía ni más ni menos que a la esposa de la flamante estrella, Verónica Fernández. Siempre a la sombra de Zidane, los paisanos del pueblo andaluz donde nacieron sus padres, Antonio Fernández y Anita Ramírez, le agradecían así su mediación para que su marido acabase recalando en el fútbol español. Los que conocen bien a la pareja saben que la opinión de ella resultó decisiva para que el futbolista francés abandonase la Juventus de Turín y fichase por el equipo madridista. Los titulares de la prensa de la capital del Piamonte lo acreditaban abiertamente: «Dejará la Juve por amor a Véronique». De forma inesperada, ella acabó convirtiéndose en la mejor aliada de Florentino Pérez.

¿Quién es la mujer que guía las decisiones de Zizou desde hace décadas? Tanto Verónica como su hermana menor, Sandrian, nacieron en Rodez, en el departamento de Aveyron, después de que sus padres almerienses emigrasen a Francia en los 60, en busca de nuevas oportunidades. Allí comenzó a destacar como majorette para orgullo de su familia. Una chica espigada de 1,72 de estatura, cabellera morena y ojos claros, que llamaba la atención por la delicadeza de sus movimientos y su eterna sonrisa.

En 1989, a los 19 años, abandona sus estudios de Biología y gracias a una beca, comienza a estudiar danza clásica y baile moderno en Cannes. Ese mismo año, en París, se fecharía el inicio de su longeva historia de amor con Zidane. Un amigo en común les presentó en una discoteca cuando él solo era una promesa del fútbol y jugaba en el Associación Sportive de Cannes. «Nada más verla, supo que tenía delante al amor de su vida», declaró en su día a la prensa una prima del futbolista. No se equivocó.

Ella renunció a su carrera como bailarina para seguir el periplo profesional de su novio, a pesar de que el fútbol nunca le despertó mayor interés. «Mi padre nos obligaba a verlo, pero yo lo detestaba. Incluso cuando conocí a Zinedine ni siquiera sabía las reglas. Fue él quien me enseñó todo sobre el fútbol y desde que empezamos nuestra relación, me comenzó a interesar», declaró hace un tiempo.

Del Marsella a Cannes, de Cannes al Girondins de Burdeos, donde se casaron en mayo de 1993 en una ceremonia civil; de allí a Turín, para finalmente instalarse a Madrid en 2001. Ella nunca se ha arrepentido de sacrificar su carrera profesional en aras de impulsar la de su marido. «Desde París me trasladé a Cannes y allí fui alumna de una estrella de la danza clásica, una de las más famosas bailarinas de los años 60, Rosella Hightower. Pero como se puede ver, lo dejé todo para ir a Burdeos con mi marido… Yo siempre he seguido sus pantalones en todos estos años, y he sido muy feliz de hacerlo. Valió la pena abandonar la danza clásica por él, créame», declaró en una entrevista al periódico «La Stampa».

La otra plantilla de Zizou

Zizou y Verónica tienen cuatro hijos, que han seguido los pasos de su padre en el mundo del fútbol utilizando el apellido materno, para aliviar la presión de llevar el «Zidane» a la espalda. Todos han estudiado en el Liceo Francés de Madrid, cerca del domicilio familiar. El primogénito Enzo, de 23 años, jugaba en el Real Madrid Castilla, de Segunda División, pero fichó por el Laussane- Sport, de la Superliga Suiza. Su carrera es la más prometedora. Luca, de 20 años, forma parte de la cantera madridista, bajo los palos de la portería, y se ha iniciado como modelo. Theo, de 16, milita en las filas cadetes del Real Madrid y Elyaz, de 12 ya hace sus pinitos en infantiles.

Los cuatro posaron orgullosamente junto a sus padres, cuando anunciaron la contratación de Zidane como entrenador para el primer equipo de Madrid. Para aquella ocasión, la esposa de Zizou optó por un vestido rojo, el color que usa para las grandes ocasiones. A diferencia de otras WAGS (siglas de wifes and girlfriends), Verónica, que habla francés, inglés y español con perfecta fluidez, nunca se ha prodigado en fiestas ni actos oficiales. Tampoco es una gran amante de la moda. Se siente más cómoda con estilismos sencillos en las escasas ocasiones en las que se ve obligada a comparecer ante los focos.

Orígenes humildes

A pesar de que su marido es una de las grandes leyendas del fútbol y se desenvuelven en un ambiente donde a veces resulta difícil mantener los pies en la tierra, ninguno de los dos se ha olvidado de sus humildes orígenes y sus raíces familiares. Cada verano aprovechan para pasar unos días lejos del bullicio en El Chive, el pueblo de los abuelos maternos, donde se vuelcan con ellos en cada visita.

Los padres de Zidane, Smaïl y Malika también se vieron obligados a emigrar desde la Kabila argelina a Francia a finales de los 60, cuando el país magrebí logró la independencia de la metrópoli francesa. Los padres de Zidane se establecieron en Marsella, en el barrio de La Castellane, donde residía un buen número de inmigrantes argelinos. Su padre trabajaba en un supermercado para mantener a sus cuatro hijos y, del calor que tuvo en aquellos años, hoy le queda un profundo sentimiento familiar. Zidane se desvive por hacer feliz a la madre de sus cuatro hijos. Sabe que ella le brinda el apoyo y la estabilidad que requieren cargos tanto expuestos al escrutinio público. Ahora, que ha decidido marcharse del Real Madrid, su familia sigue siendo su mayor apoyo.