Cuba, hacia el fin de la era Castro

Cuba acude hoy a las urnas para confirmar con voto indirecto y teledirigido al sucesor de Raúl Castro al frente de la revolución, tras casi 60 años de gobierno de los dos hermanos Castro. Los ocho millones de electores votarán a uno, varios o a todos los 605 candidatos de la lista única y oficialista. Ninguno pierde y todos ganan, ya que los mismos 605 conformarán la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular, que elegirá el 19 de abril el Consejo de Estado que a su vez hará público el nombre del sucesor.

Sólo los miembros de la Asamblea Nacional pueden ser presidentes y entre ellos finalmente no estará el coronel Alejandro Castro Espín, jefe de la Inteligencia y la Contrainteligencia e hijo primogénito de Raúl. Esta ausencia convierte al vicepresidente primero del Consejo de Estado, Miguel Díaz-Canel, en el único favorito para la sucesión.

El ‘modus operandi’ en las elecciones generales es el mismo desde 1976, pero en esta ocasión las circunstancias históricas otorgan a los comicios una importancia trascendental. «El ejercicio de votar no da margen para una genuina batalla electoral democrática. Los delegados a la Asamblea Nacional son nominados por la Asamblea Municipal», recuerda el analista Álvaro Alba, quien insiste en que la oficialista Comisión de Candidaturas Nacional selecciona y filtra a los elegidos finales. Así lo hicieron uno a uno, incluido Raúl Castro (86 años), ratificado por unanimidad por los 79 delegados del municipio Segundo Frente, en Santiago de Cuba.

«Es un proceso que suscita poca emoción, poco interés, la gente ni sabe bien qué cosa es. Estamos ante un ritual de sucesión con sorpresas mínimas y poca renovación en la élite del poder», subraya el politólogo Armando Chaguaceda, quien enfrenta las elecciones cubanas con las iraníes, «un régimen aliado y autoritario donde sí hay movilizaciones, campaña electoral, programas contrastados y disputas en un sector de la élite. Nada de eso sucede en Cuba».

Raúl acudirá al nuevo parlamento acompañado de los hombres fuerte del país, empezando por el canciller Bruno Rodríguez y por Marino Murillo, responsable económico. También estarán los jefes del Ejército, Leopoldo Cintra Frías y Ramón Espinosa, y Mariela Castro, hija de Raúl y responsable del Centro Nacional de Educación Sexual.

Y, sobre todos ellos, Díaz-Canel, llamado a gobernar bajo la tutela del pequeño de los Castro, quien seguirá al frente del Partido Comunista Cubano (PCC), «fuerza dirigente superior de la sociedad y del estado». «Díaz-Canel logró llegar a la sucesión paso por paso, bajo los controles del sistema y las suspicacias de los líderes históricos. Es la más prominente cabeza de una generación de líderes provinciales del PCC que demostró obediencia, lealtad y capacidad de gestión. Tiene la imagen de un cuadro político eficiente y de posturas más», profundiza para EL MUNDO Arturo López Levy, profesor en la Universidad de Texas.

La plataforma opositora Cuba Decide, que intentó sin éxito presentar a sus candidatos en las elecciones municipales, ha apostado por desconocer los resultados del proceso, algo en lo que coinciden con Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien calificó al Gobierno cubano como la «peor clase de dictadura» y reclamó a los países del continente que rechacen una «sucesión no democrática».

El principal reto sigue siendo la economía, que «llega al cambio de liderazgo no como el Gobierno se imaginó hace 10 años. De hecho estamos en situación muy parecida a la de 2008, nuevamente el país se ahoga en un crisis financiera», resume el economista Pavel Vidal, quien destaca como principales factores el impacto de la hecatombe venezolana, el empeoramiento de las relaciones con EEUU, los estragos del huracán ‘Irma’ y el freno a las reformas.